Capítulo primero
Un
día lluvioso, como casi todos en esta verde tierra, llegaba a un
pequeño hotelito rural para pasar casi de un mes de merecido
descanso, luego de batallar con mucha gente en mi oficio, Soy jefe
de Cocina en un gran hotel, constante tensión entre empleados,
proveedores, dirección etc. No hay lugar para el aburrimiento, la
tensión siempre por las nubes, siempre algún imprevisto tiene que
haber.
En
el hotel, un viejo caserío reformado, me reciben muy amablemente,
casi como si fuera de la familia, me enseñan la habitación,
pequeñita, pero acogedora, cama de matrimonio, una mesita, un par de
sillas, un baño y al abrir la ventana me encuentro con unas hermosas
vistas, mejor dicho, maravillosas, todo monte y todo verde, a lo
lejos el sol intentaba sacar algún rayo de luz de entre las nubes,
pero sin conseguirlo, la lluvia ya había amainado un poco.
El
cansancio del viaje estaba haciendo mella conmigo, así que decidí
darme un baño y echarme un rato sobre la cama...
Alguien
me está atando a la cama, estoy adormilado y no me da tiempo a
reaccionar, intento moverme, pero ya es tarde. Estaba atado y
desnudo, varias mujeres a las que no veía la cara me estaban
observando, quise decir algo, pero algo tenía en la boca que no me
dejo articular palabra, intenté desatarme, no podía....
Abrí
los ojos, todo estaba oscuro, enciendo la luz, estaba en la cama, tal
como me había acostado, todo había sido un sueño, los calzoncillos
húmedos, había eyaculado y yo sin enterarme, Joder con el
sueñecito.
Me
levante, me cambié de ropa interior, me vestí y bajé a la
recepción para cenar, ya era la hora, bueno, eso pensaba, pero ya
eran las 11 y media de la noche y la cocina ya estaba cerrada.
Pregunte para ir al pueblo a cenar algo y de paso tomarme unas copas
a la mujer que estaba en la recepción, me dijo que si quería ella
me acompañaba al pueblo, sin pensarlo dos veces acepté. Como podía
decirle que no a una agradable recepcionista, rubia, muy amable ella
y agradable, unos ojos marrones impresionantes, casi con la mirada ya
imponían respeto, no podía dejar de mirarlos, además, ese piercing
que le salía de la boca también me llamaba la atención, pero me
impresionaban esos marrones ojos, me estaban hipnotizando....
Sin
saber de donde escucho una vos que me dice, ¿Nos vamos ya? No sabía
de donde venía, era ella, y yo sin enterarme siquiera de que ya no
estaba delante mía.
Nos
subimos al coche, arranca, me recuerda que me ponga el cinturón, me
lo pongo y por una carretera llena de curvas llegamos al pueblo, me
dice , ahí es un buen sitio para cenar, algo todavía quedará, no
cierran hasta la una, ¿te dejo ahí?
Sabes,
eres tan amable que si me lo permites te invito a cenar, si quieres,
sin compromiso alguno.
NO
he cenado, pero pensaba tomarme un vaso de leche e irme a dormir,
pero.... Vale, me quedo contigo a cenar algo.
Muchas
gracias, así aprovecho que tu que eres de aquí me aconsejes la
cena, algo típico de este sitio.
Será
un placer, pero comerás lo que yo te pida y beberás lo que yo te
pida.
Me
parece una buena idea, me dejo guiar por ti.
Pidió
varios platos, sidra para acompañar, probé el primer culín, me
encantó, me pusieron otro y otro más, no dejaban que me lo acabara
y me ponían otro, al rato ya iba un poco borracho creo, hacía
tiempo que no acostumbraba a beber, pero seguía consciente de
nuestra agradable charla, me encantaba esa mujer, me tenía atontado,
no podía dejar de mirarla, me hablaba y me hablaba, pero yo solo la
miraba a ellas, casi ya no entendía lo que me decía....
Al
ya estar bastante bebido, me dice, te llevo al hotel para que
descanses, no estás en condiciones para seguir.
Pero
tu, tu tienes que ir a casa..
Tranquilo,
sube al coche, le hago caso subo, me siento, me pone el cinturón y
nos vamos.
Un
rato circulando, de pronto se para en un rincón de la carretera, me
dice: Sabes, puedo hacer que lo pases de maravilla todo este tiempo
que tienes de vacaciones, he visto que no paras de mirarme. He notado
que te gustaría hacerlo conmigo, hasta incluso, te gustaría besarme
los pies, lamerlos, dime si me equivoco.
NO
te equivocas, me encantaría estar a tus pies, que hicieran conmigo
todo lo que quisieras, me estás volviendo loco, desde que te he
visto no puedo parar de mirarte, pero esa mirada me domina, estoy
hecho un flan, no se que me pasa, pero me encantaría ser todo tuyo,
debo estar loco, yo ya tengo muchos años, pero tu eres bastante
joven, ni a los treinta llegas, pero no lo puedo remediar, estoy como
un quinceañero con novia nueva, mi cuerpo parece que no se aguanta
de pie, tiemblo y no tengo frío, son esos agradables escalofríos
que me dan en tu presencia, no puedo negarme a nada de lo que me
pidas, soy tuyo, has conmigo lo que quieras o hazme hacer lo que
prefieras, no se porque me fío de ti, esto no es normal en mi, pero
me dejo , quiero dejarme llevar, se que puede que me arrepienta, pero
también me voy a arrepentir si te digo que no, quizás pienses que
sigo borracho, pero, bebido si estoy, pero ya mi mente piensa con
claridad, adelante, soy tuyo.
Vas
a pasarlo muy bien y muy mal, según a mi me apetezca, lo sabes. Te
voy a convertir esos días en mi esclavo, esclavo para todo y no vas
a tener más contacto fuera que el que yo quiera que tengas, me
perteneces hasta el último día. ¿Aun así quieres ser mi esclavo?
Si,
quiero serlo.
Pues
a partir de ahora, ya, eres mi esclavo, desnúdate mientras yo voy a
buscar algunas cosas en el maletero.
Empecé
a desnudarme, mi cuerpo estaba temblando de emoción y miedo al mismo
tiempo, aparece ella, mi Ama con una venda, con la cual me tapa los
ojos, toma mi ropa y la tira a la parte de atrás, me pone algo por
el cuello, parece un collar, me pone las manos a la espalda y me las
esposa, pero con una cadena que sale de mi collar, lo se porque cada
vez que intento bajar mis manos mi tira el collar. Siento unos
cuantos tirones en los pezones, un beso en la boca y acto seguido un
fuerte apretón en mis testículos que me dejó sin habla y
retorciéndome.
El
coche arranca, la carretera seguía torcida por los tumbos que yo me
sentía dar.
Al
cabo de un buen rato, el coche se para, se abre la puerta, me
engancha algo en el collar y tira de el diciéndome, sal. Salgo como
puedo, pero antes de levantarme me dice, espera un poco, sentí como
dos piezas metálicas me aprisionaban los tobillos, para salir tuve
que levantar los dos pies, no podía separarlos mucho, me levanté
del asiento y empecé a andar, el primer paso casi me caigo, la
cadena era bastante corta como para dar pasos normales, se me ocurrió
preguntar donde íbamos, solo recibí dos guantazos por respuesta y
un ¡ANDA! Lo cual no tuve más remedio que hacerlo, pues me estaba
tirando del cuello todo el tiempo, tirones que casi me tiran al
suelo.
Cuidado,
hay una escalera me dijo, me puso los pies en los escalones, para que
pudiera bajarlos, pero no me llegaba la cadena. Está bien me dijo,
siéntate ene l escalón y baja los escalones de culo, uno a uno, así
lo hice, pero a cada escalón me llevaba un cachetazo, en una y otra
mejilla, empezaban a arderme ya, no me acuerdo los que llevaba.
Al
llegar al último escalón... Levántate, hemos llegado, ahora
arrodíllate y camina de rodillas, así lo hice, pero algo había en
el suelo que me estaba arruinando las rodillas, se clavaba sin
piedad, el dolor poco a poco se hacía insoportable, quería chillar,
pero estaba demasiado ocupado pensando en como me dolerían menos
esas dichosas rodillas, pero el camino no se paraba, no se el tiempo
en que caminé de rodillas, me daba la sensación de que ya las tenía
en carne viva.
Párate
ya, levántate. Así lo hice, me tocó las rodillas y escuché como
se reía, me quito lo que en ellas llevaba pegado, subió la mano
hacia mis testículos, los magreó un poco, tiró de ellos y noté
algo frío, un clic y un tirón hacia abajo con ese algo frío que
casi me arranca los huevos, escuché otro clic, pero esta vez también
un tirón fuerte, lo que me saltaron varias lágrimas, pero que no
pudo verlas, pues la venda me las secaba.
Soltó
mis manos de la espalda y me las ató por delante, acto seguido note
como se estaban elevando hacia arriba, se paró. Me quito las cadenas
de los pies, me alegré un poco, pensé que así por lo menos los
pies tendría libres... Tonto de mi, lo que note es que les ponía
algo y me abría las piernas más y más, pensaba que me las iba a
sacar del sitio, noté un peso en los pies, como si una barra fuera,
por mucho que lo intentara no podía juntar las piernas ni un cm. Me
dolían bastante, peo esto solo era el principio por lo visto, de
nuevo volvió a elevarme hasta no tocar con los pies en el suelo.
Un
buen rato así estuve, mis brazos parecían desmontarse al igual que
mis piernas, todo estaba en silencio, no se oía respirar a nadie, de
pronto escucho algo que rompe el silencio silbando y soltando un
estallido, estallido que en todos mis mulos quedó marcado, me
retorcí, no esperaba eso.
Curioso,
estaba siendo torturado y me gustaba, me gustaba saber que esa mujer
podía hacer conmigo lo que quisiera, más curioso era, me fiaba de
ella y me estaba azotando con algo parecido por el ruido y la forma
de envolverse en mis muslos como si un látigo fuera.
Que
tenía esa mujer, mi conquista, me hipnotiza, le dejo que haga lo que
quiera conmigo, me gusta, y me inspira confianza, cuantas
contradicciones en mi cabeza. Para colmo, soy de los que no se fían
de nadie por sistema, pero solo hay una forma de llevar esto y
disfrutarlo, dejarme llevar, así que no más preguntas, ni esperar
más respuestas, solo dejarme llevar por esa mujer que va a disfrutar
conmigo y yo a disfrutar con ella viendo su satisfacción.
Sin
más otro latigazo en todas las nalgas y bajo vientre retruena,
intento moverme, pero no puedo, estoy tensado por las cuerdas o lo
que sea que me ata. Otro más, y otro.
Quieres
seguir me pregunta, piensa que aún estás a tiempo.
Sin
saber como le dije que sí, no quería hacerme más preguntas, solo
disfrutar del momento.
Sin
dar teimpo a asumir la respuesta que le dí, empezaron a retronar más
y más latigazos, no me daba tiempo a esperarlos, solo a recibirlos e
intentar algo imposible, retorcerme, pero no podía, demasiado sujeto
estaba.
Se
pararon los golpes en seco, el silencio se hacía eterno, no se
escuchaba nada, no sabía si estaba solo o si alguien más había.
Al
cabo de un rato noto como que estoy bajando dejándome reposar en el
suelo, noto como unas manos me masajéan los brazos, y las piernas,
cosa que agradezco, me tira de la cadena del collar hacia arriba y
siento un fuerte beso en los labios, seguidos de dos cachetazos, uno
por mejilla.
Sin
saber como noto como los pies van subiendo hacia arriba, las piernas
bien abiertas, también noto no sin dar un grito que mis testículos,
que parece que me los arrancan quedan sujetos en alguna parte, cada
vez que me muevo un poco algo me tira de ellos, eso pinta mal, pero
no me dio tiempo a pensar, enseguida empieza a darme golpecitos a mis
preciados huevos, creo que ya no servirán para nada, los golpes no
paran y yo empiezo a desesperar. Se para de darme ahí, un respiro no
viene mal.
Eso
pensaba, pero algo caliente noto que se pone en mis pelos, esos que
me acompañan a todas partes junto con mis genitales, algo que me
está quemando y sin darme tiempo a pensar noto un fuerte tirón y un
chillido que se me escapa, me han arrancado los pelos a lo bestia, no
veo lo que es, pero seguro que es cera para depilación, unas
lágrimas por mis ojos vuelven a salir, pero la operación se repite
una y otra vez y las carcajadas de ella resuenen en mi cerebro como
si fueran bombas, luego de depilarme noto algo fresco, pero que me
quema, creo que es alcohol, pues estoy viendo las estrellas, quema,
pero no se conforma en haberme puesto en la parte depilada, no en mi
pene,por debajo el prepucio y algo más adentro, pero por si fuera
poco me abre un poco el ano y también lo llena de esa cosa fresca
que arde, me siento morir por momentos, desesperado y sin saltitos
para poder dar ni manos para poder masajearme. Noto como se baja la
sujeción donde estoy colgado, mi cuerpo queda horizontal un rato,
cosa que se agradece, pues mi sangre vuelve a su posición normal.
Cuando
pensaba que ya me dejaría descansar un rato, me tira de la cadena y
me levanta la cabeza, solo una voz escuché, ¡BEBE! UN líquido
caliente en mi boca empezó a entrar, casi me atragantaba, algo se
cayo en el suelo, lo que me valio una buena patada en los cojones y
un par de cachetazos en cada mejilla, ¡INÚTIL, NI PARA ESO SIRVES!
Me dijo
Me
volvió poner al suelo, boca a abajo, pero con lel collar sujeto al
mismo suelo que no me dejaba ni levantar la cabeza, la mejilla
aplastada contra el suelo, la cadena l de los testiculos también la
ato, pues no puedo moverme sin que de ellos me tiren, las manos a la
espalda atados, con los ojos todavía tapados. Solo escuché ¡Buenas
noches, que descanses! Y unos pasos que se iban....
Una
patada en los testículos me despertó, si un salto desde el suelo en
que estaba durmiendo, pero algo raro pasaba, no estaba atado por
ningún lado, hasta mis manos estaban sueltas, miré a mi alrededor y
ahí estaba ella, con una taza de café en la mano, saboreándolo y
con cara de satisfacción.
De
rodillas perro, fu lo primero que me dijo, con el pie me acerco un
comedero de perro de esos de metal, un líquido amarillo y unas
madalenas dentro que se estaban desintegrando...
Lo
miré con cara de desgana, pero sin más me soltó otra patada en los
testículos por la parte de atrás que me hizo caer con toda la cara
dentro del comedero.
Come,
perro de mierda, esta va a ser toda tu comida hoy y el día va a ser
duro, puso su pie encima de mi cabeza y no me quedó más remedio que
empezara comer y eliminar lo del comedero si quería respirar. Cuando
terminé me quitó el pie de encima de mi cabeza, me dijo, vamos, a
cuatro patas detrás de ella me fui, además ahora estaba sin la
venda, ese trasero que tenía no necesitaba órdenes, solo con verlo
detrás de el me iba. Salimos a un patio, seguía lloviendo, me llevó
hasta e centro, me hizo una señal con la mano para que me quedara
ahí, sin moverme, se dio la vuelta, me dijo, quédate ahí hasta que
te lo diga, así te lavarás.
El
agua estaba fría, mi cuerpo desnudo notaba como cada gota se clavaba
como un cuchillo intentando atravesar toda la piel, cada vez más
fuerte llovía, poco a poco empezaba a tiritar de frío, pero ahí
des pie seguía esperando que ella apareciera y me dijera que podía
ponerme a cubierto...
No
se el tiempo que estuve, parado, bajo la lluvia, temblando de frío,
calado hasta los huesos.
Desde
el umbral del portal apareció ella, me ordenó que entrara y que me
parara. Cogió una toalla y empezó a secarme todo el cuerpo, una vez
seco, me abrazó y con la misma toalla me cubrió para que me
recuperara un poco, me puso las manos detrás, sin atarlas, empezó a
besarme por las mejillas, poco a poco los labios, pequeños besos,
cortitos, uno tras otro, siguió por el cuello, de vez en cuando me
sujetaba las manos a la espalda para que la mantuviera allí,
mientras seguía con su sesión de besos por todo el cuerpo, el
pecho, el vientre, bajando hasta mis partes sexuales , el pene cada
vez más erecto, cosa rara últimamente, pues no demasiado bien
funcionaba, pero sí, estaba erecto, cada vez más. Muy excitado,
ahora empezó a jugar con las manos con el, estaba a punto de
reventar, algo se sacó de alguna parte y me ató el pene por la base
de los testículos.
Me
miró a los ojos y me dijo, te voy a follar hasta que me harte, pero
no te vas a correr porque no me da la gana, me tiró sobre una mesita
de recibidor, de espaldas, me ató las manos y los pies por debajo
de la mesa, la posición no era muy cómoda para mi, pero para ella
era perfecta para sentarse encima, sosa que rápidamente hizo,
follándome una y otra vez, cada vez que notaba que estaba a punto de
correrme, se quitaba y me daba dos guantazos,uno en cada cara y un
fuerte golpe en los testículos, pero no se bajaba, la atadura
cortaba la circulación de retorno y no bajaba, cuando ya empezaba a
ponerme un poco normal de ánimos, volvía a subirse y la misma
operación, una y otra vez, ya estaba desesperado, quería correrme,
pero no me dejaba, me retorcía los pezones, los huevos, lo que
pillaba a mano, daba la sensación de que los quería arrancar, pero
cada vez que estaba a punto se paraba, en este punto hubiese
preferido una paliza con el látigo hasta que me arrancara la piel,
pero no, ella seguía con su ritmo, disfrutando y torturándome una y
otra vez, el peno con todas sus venas bien marcadas, más parecían
montañas, ella sin compasión, repetía y repetía, cuando se cansó
de hacerlo por el coño, empezó con su agujero trasero, hasta que
varios orgasmos tuvo, luego se puso en mi boca y me mandó limpiarlo
todo muy bien, por delante y por detrás, yo solo quería correrme,
pero ella mientras le limpiaba seguía jugando con mi pene,
excitándolo para que no perdiera la gracia.
Se
fue un momento, yo seguía atado en la mesita, todo empezaba a
dolerme, las piernas con calambres, los brazos con lo mismo, el pene
que me dolía cada vez más, no soportaba la falta de circulación de
sangre.
Llegó
ella, me puso un gran consolador en la boca, consolador doble y se
puso encima de mi cara para que se lo metiera, cosa que hice
encantado, ella mientras seguía jugando con mi pene, pero esta ves
lo soltó un poquito para que circulara un poco de sangre, poco duró
el alivio, volvió a apretar la atadura sin dejar que bajara la
excitación. Yo seguía con lo mandado, con la cabeza arriba y abajo,
sin parar, cuando tuvo un par de orgasmos más se apartó, me soltó
los pies de la cuerda que me ataba por debajo de la mesa, noté un
pequeño alivió, más poco duró, me los ató con mis manos, se puso
un arnés y empezó a darme por el trasero, no se el tiempo que así
estuvo, pero lo único que me advirtió es que no me corriera, pasara
lo que pasara....
Muy
difícil pensé yo, seguro que me corro enseguida, me estaba gustando
como me estaba violando el culo, tenía ya muchas ganas de correrme,
pero cada vez que me lanzaba a ello, ella se encargaba de cortar todo
y dejarme con las ganas...
La
desesperación cada vez era más grande, quería correrme y no me
dejaba, dejó de darme por detrás, me soltó la mano izquierda y me
dijo, mastúrbate hasta que yo te diga basta, pero no te corras...
Pensaba
que era imposible no correrme con lo excitado que estaba, con lo que
no contaba es que al ser yo diestro con la zuda me di cuenta que era
un completo inútil, no tenía ni fuerza ni resistencia, vaya mano
más tonta, mientras ella se reía de mi, de mi impotencia por
masturbarme con la izquierda....
Tantas
ganas de correrte y no eres capaz. Párate.
Me
soltó la otra mano, me levanté como pude y me esposó con las manos
a la espalda de nuevo, me puso la cadena en los testículos, tiró de
ella y me llevo hacia un coche que había allí aparcado, abrió el
maletero... Entra dentro y colócate, nos vamos de excursión...
Continuará