Un fin de semana







Un fin de semana.

Capítulo I

Me llamo Susana, tengo 22 años soy morena y con el pelo rozando la cintura, de altura media y cuerpo atlético, ojos verdes, con unas tetas normales tirando a grandes, pero sin serlo demasiado y con los pezones apuntando hacia arriba. Me gusta vestir minifalda para enseñar las piernas y excitar a la gente y nunca me pongo sujetador. Trabajo en la oficina de una abogada junto con dos compañeras, Marta, 30 años, rubia, pelo corto ojos azules, 1,70 de altura, pero sin apenas pecho, siempre va con pantalón largo y chaqueta. Mercedes, 19 años, también rubia, de pelo a media espalda, viste normalmente con una falda por debajo las rodillas y blusa blanca. Son buenas compañeras de trabajo, pero no pueden soportar las miradas de los clientes cuando se fijan en mis piernas o mi pelo. A mi, personalmente, me gustaría quitarles toda la ropa y vestirles de putas, no me gusta tanta formalidad en el vestir y me saca de quicio.

Estamos a viernes y empezamos ha hablar de lo que vamos ha hacer el fin de semana, a esto que pasa la Jefa ( la abogada) y nos dice que si queremos ir a la casa que tiene en el campo que nos la deja para todo el fin de semana a condición de que vayamos las tres. Enseguida aceptamos y le cogimos las llaves.

Terminamos la jornada, cerramos la oficina y nos fuimos juntas en un solo coche a la casa de campo de la abogada, cuando llegamos era de noche y no se veía el exterior, entramos en la casa, decidimos explorarla, visitamos las habitaciones, la cocina, el garaje, el salón con trofeos de caza por las paredes, en una pared había varias fustas de hípica y varios látigos, un juego de sables y otro juego de floretes. En otra pared vimos un mueble bar y nos pusimos unos Martinis rojos, seguimos husmeando por el salón y encontramos unas revistas de cómics de sadomasoquismo, nos llenamos los vasos de nuevo y empezamos a mirar las revistas, las tres nos estábamos excitando y se me ocurrió comentar que nos podíamos jugar una partida de strip poker y la que pierda será la esclava de las otras dos. Marta y Mercedes encontraron que la idea era perfecta ya que si ganaban ellas podrían vengarse e mí y disfrutar de humillarme a límite de mis posibilidades, para mí era de lo más excitante ganar, pues también quería humillarlas, vestirlas de putas y jugar con sus cuerpos. Acordamos que pondríamos cada una su nombre en un papel y lo meteríamos en una bolsa, el primer nombre que se sacase de la bolsa sería desnudada y repartidas las prendas a partes iguales entre las otras dos que serán las que jugarán la partida, además esta primera no será esclava de nadie, simplemente compañera y ama de la que gane. También será la encargada de tomar nota de las prendas que se juegan y de quitárselas a la perdedora de cada mano, además, podrá tocarla por donde quiera. Cada prenda perdida lleva consigo un castigo de 5 golpes de mano o fusta en cualquier parte del cuerpo de la perdedora, eso es para ponerle más excitación al juego y entregará las prendas a la ganadora. La primera que se queda sin ninguna prenda será la esclava de las otras dos y estas podrán hacer, sin límites, lo que quieren con la otra. Entre tanta excitación todas dijimos sí a las condiciones, buscamos una baraja, la pusimos sobre la mesa, cogimos tres papeles, Marta y Mercedes se fueron al baño un momento, yo escribí mi nombre en uno de los papeles, busque algo oscuro donde poner los papeles y acabé con un paño de cocina, el cual recogí de las cuatro esquinas, coloqué mi papel plegado dentro del trapo, cuando llegaron ellas dos escribieron sus nombres en los respectivos papeles, también los colocaron en el trapo. Nos pusimos otro Martini y me dijeron que sacara un papel, lo abrí y ponía Mercedes, ella se sacó toda la ropa y la repartió entre Marta y yo.

Mercedes cogió la baraja, mezcló y nos la entrego, la carta más alta reparte, dijo. Marta sacó un tres y yo un rey. Volví a barajar, le di las cartas a Marta para que cortara, cortó y repartí cinco cartas para ella y otras cinco para mi, Mercedes preguntó la prenda que nos jugábamos, Marta se jugó la blusa y yo la falda. Miré las cartas, tenía dos parejas, descarté una, Marta de dos. Conseguí un pequeño full, subí la apuesta con mi tanga y mi blusa, ella igualó y subió dos prendas más y dos de Mercedes, acepté. Vimos las cartas, yo había conseguido un full de sietes y ochos, ella cuatro dieses, me ganó.

Mercedes me cogió del pelo y me arrancó de un tirón la falda, siguió dándome cinco guantazos a diestro y siniestro en la cara. Empecé a temblar mientras sentía algo húmedo que me salía del labio, me arrastró tirando del pelo hasta Marta, la cual me sujetó del pelo mientras ella me arrancaba el tanga tirando hacia arriba, todo roto me lo metió dentro de mi coño sin miramientos, sin soltarme, Marta me abrió de piernas con sus pies y Mercedes cogió la fusta y me dio cinco fustazos en los labios de mi concha, sin soltarme me arranco la camiseta, la hizo añicos y volvió a golpearme en la cara, esta vez con la fusta.

Estaba llorando y pidiendo clemencia, pero la respuesta fueron otros 20 fustazos entre mis tetas y mi concha de nuevo, intento meter los restos de mi camiseta en mi concha hasta que no cupieron más. Después continuamos la partida con las dos prendas que me quedaban de Mercedes, unas bragas y un calcetín.

Marta barajó las cartas y me dio para cortar, corté y repartió. Tenía tres ases, descarté las otras dos cartas, ella se descartó de una, me dio un as, ahora pensaba que era la mía tenía una buena mano, no podía perder, aposté las dos prendas que me quedaban y ellas puso las dos y cuatro más, le dije que no tenía más cartas pero que pusiera precio y jugaba, estaba muerta de miedo, caliente y sabía que iba a ganar. Marta me dijo, el precio es el siguiente: Cien latigazos antes de terminar la partida, vemos las cartas y si ganas soy tu esclava, si pierdes serás mi esclava y la de Mercedes de por vida, seguirás trabajando en la oficina, pero vestirás como te digamos, harás lo que te ordenemos y cuando salgamos, te vendrás a vivir con nosotras, sin condiciones.

Estaba segura que iba a ganar y después de la paliza que me acababa de dar les tenía unas ganas enormes. Acepté. Mercedes trajo dos sobres les puso el nombre de cada una e introdujo las cartas de cada una en su sobre respectivo, los cerró y los guardo. Ahora Marta te va a dar los cien latigazos y después abriremos los sobres.

Me ataron las manos al cuello, fueron a por el palo de la fregona y con cinta de embalar me ataron los pies a cada extremo, con las piernas abiertas Mercedes, emperrada que la camiseta que tenía metida en mi concha tenía que caber toda, intentó, consiguiéndolo meterla. Me ataron con una cuerda mi melena a un gancho de colgar lámparas que había en el techo y me tuvieron un rato de esta forma, mientras tanto analizaban el látigo que había en la pared, lo acariciaban, de pronto se Marta se sacó las bragas, cogió las de Mercedes, fueron al baño y volvieron, estaban mojadas, se habían meado en ellas, me las restregaron por la cara y me las introdujeron en la boca, me golpearon la cara de derecha a izquierda y al revés cada una, se alejaron, cogieron el látigo y escuché un latigazo en el suelo, Era Mercedes, se lo dio a Marta, la cual hizo lo mismo varias veces con el fin de ponerme nerviosa y aterrorizarme, el primer latigazo me dio en toda la espalda cruzándola de una parte a otra, me recorrió un temblor por todo el cuerpo que me meé, ero no cayó ni una gota por todo lo que llevaba dentro. El siguiente me dio en ambas tetas que se resintieron lo suyo. Se paró y Mercedes me tiró de la cuerda atada a mi pelo consiguiendo que sólo tocara el suelo con los dedos de los pies, el terror recorría todo mi cuerpo, al cabo de unos minutos empezó a darme los latigazos en las piernas y en el vientre, Mercedes iba contando los golpes, cuando llegó a los cincuenta me soltaron el pelo y caí al suelo, me dejaron descansar cerca de media hora para que saboreara el dolor mientras ellas se tomaban otro Martini, me ataron los pies a la cuerda con el palo que me habría las piernas y me levantaron quedando todo mi sexo al aire expuesto a los latigazos que a continuación seguirían, empezaron con el interior de los muslos y cuando iban por los setenta y cinco cayó el primero en pleno sexo, los demás cayeron el mismo sitio hasta que pararon, escuché a Mercedes decir 90 y se pararon, me soltaron los pies, me colocaron la cuerda al cuello y me volvieron a colgar del gancho con los pies de puntillas, los diez restantes cayeron sobre mis tetas, pensaba que me las iban a arrancar.

Me colocaron en la silla, ya no podía sostenerme y me magrearon por todas partes, me sacaron todos los trozos de tela de mi coño, la camiseta y el tanga, me sacaron las bragas suyas de la boca e introdujeron la camiseta y las bragas meadas por mí del pánico en la boca, me ataron las manos en la espalda.

Mercedes trajo los sobres abrió el mío, sacó las cartas y enseño el póker de ases, abrió el sobre de Marta, sacó las cartas y había una escalera de color.
















Capítulo II

¡Has perdido, puta¡ A partir de ahora serás nuestra esclava, no tienes derecho ni a comer, ni beber, jamás te masturbarás ni harás ninguna necesidad íntima sin que estemos alguna de nosotras delante, comerás lo que te demos cuando te lo demos, beberás lo que te digamos cuando te lo digamos, vestirás lo que te digamos para ir a trabajar y si tienes que ir al baño llamarás a cualquiera de nosotras para que vengamos contigo. A partir de ahora nunca estarás sola. Serás nuestra criada, esclava, puta, etc.

Te vendrás a vivir con nosotras, alquilaremos una casa con tu sueldo y viviremos las tres en ella. Cuando entres en casa dejarás todos tu ropa en el suelo detrás de la puerta, en casa jamás llevarás ninguna prenda de ropa a no ser que te lo digamos nosotras, venga quien venga a casa siempre estarás desnuda y con el cuerpo depilado, éste se depilará después de una tanda de azotes y con cera caliente. En resumen, sólo harás lo que te digamos y nada más, cualquier cosa que hagas sin que te lo digamos, cualquier cosa que te niegues ha hacer o cuando nos de la gana, te castigaremos.

Mientras me estaban poniendo las cosas claras por una parte me temblaba todo el cuerpo de pánico, por otra me estaba excitando de mala manera hasta tal punto que necesitaba correrme, a pesar de todo el dolor que sentía por mi cuerpo.

Era casi de madrugada con todo mi cuerpo dolorido y seguía atada en la silla mientras ellas comían y bebían. De vez en cuando me escupían en la cara o me daban algún guantazo en la cara, creo que empezaba a tenerla algo deformada por los golpes que llevaba, mi cuerpo estaba lleno de surcos rojos y me sexo me ardía como si me lo estuvieran despellejando poco a poco.

Ya entraba la luz por las ventanas, me desataron de la silla, me ataron las manos por las muñecas y me volvieron a colgar del gancho de la lámpara con los pies un par de centímetros del suelo, sólo si intentaba poner los dedos bien estirados podía tocar un poco el suelo, pero no me servía de nada, todo mi cuerpo estaba colgado. Seguí con la camiseta y tanga en la boca, me dolían todas las mandíbulas de no poder articularlas.

Vi que se vestían y salían a la calle, me dejaron colgada no se cuanto tiempo, pues habían cerrado todas las puertas y ventanas. No se cuando tiempo estuve colgada, cuando llegaron me descolgaron y desperté con unos cubitos recorriendo mi cuerpo, estaba temblando..

Me arrastraron hacia el baño, me pusieron la cabeza en el wáter con la boca hacia arriba, me sacaron la camiseta, o lo que quedaba de ella, y el tanga y se mearon dentro de mi boca diciéndome que a partir de ahora mi única bebida sería orín, de ellas o de quien sea. Cuando acabaron les limpié todo el cuerpo con mi lengua, me metieron en la bañera y me ducharon con agua fría. No me dejaron secar. Me sacaron al jardín me ataron a un árbol y me dejaron un rato al sol para que me secara.

El sol pegaba fuerte sobre mi piel lastimada quemándome todo lo que tocaba, de pronto vienen Marta y Mercedes con un bote de miel y me untan todas las piernas, mi sexo y un caminito hacia mis tetas, que también untaron. Me dejaron otra vez al son atada al tronco, de pronto sentí un cosquilleo por las piernas, que subía hacia arriba, un picotazo en mi coño, seguido de otro, el cosquilleo seguía por mi vientre hacia mis castigadas tetas y otro picotazo, pero no eran picotazos eran mordiscos de las hormigas que subían atraídas por la miel.

Estaba desesperada por los mordiscos de las hormigas y por las quemaduras que el sol estaba dejando en mi piel, casi a punto de desmayarme. Marta y Mercedes se acercaron con la manguera y me estuvieron lavando un buen rato, me soltaron de nuevo y me hicieron poner a cuatro patas, me abrieron de piernas y enchufaron la manguera en mi ano, abrieron el grifo y con un fuerte dolor fueron llenando todo mi vientre de agua. Cerraron el grifo y me prohibieron defecar hasta nueva orden. Me pusieron de pie me ataron las manos a la espalda, me dijeron que si defecaba serían otros 100 latigazos sin piedad, me pusieron una soga al cuello me ordenaron correr en círculo hasta que me dijeran basta, de vez en cuando me decían ¡salta! Y si no saltaba notaba como el látigo saltaba sobre mi piel.

No podía más, tenía que defecar, el dolor del agua en el vientre se hacía insoportable y en uno de los saltos solté todo lo que había en mis intestinos, me había ganado cien latigazos.

Un coche aparco en la puerta, me entro pánico, no sabía quien era y tenía miedo que me vieran en aquel estado, era la abogada que estuvo un rato mirándome y mirando todo lo que había en el jardín, llamó a Marta y Mercedes, habló un rato con ellas y de pronto la abogada me gritó ¡Esta es la manera que me pagas por dejarte mi casa! Cagándote en mi jardín. Esto tienes que pagarlo, a partir de ahora también serás mi esclava y l os cien latigazos te los voy a dar yo, además añadiré los que me plazca, para esto eres mi esclava y esta es mi casa. ¡Atadla y embadurnadla con todo lo que ha salido de sus tripas y que esté al sol hasta la hora de castigarla! Dijo la abogada. Mercedes me ato las manos y los pies, me revolvió dentro de los excrementos, me cogió del pelo, ató un cordel que ató a un gancho de carnicero y tirándome del pelo hacia atrás me lo coloco dentro de mi sexo dejándome en una postura muy incómoda, pues me tiraba el del hacia atrás y el gancho se me clavaba en el interior de mi vulva.

Varias horas estuve de esta forma, desesperada por el dolor y la postura en que estaba. En el fondo del jardín estaban hablando Mercedes, Marta y Rocío que era el nombre de la abogada de cómo habían hecho trampas para tenerme como esclava y que el plan de Rocío fue perfecto, dejarnos la casa para calentarme y hacer la apuesta correspondiente para que perdiera y así hacerme su esclava. De pronto entendí lo tonta e inocente que había sido por caer en la trampa, pero ya me había convertido en su esclava y no había vuelta a atrás.

Ya de noche, me volvieron a lavar con la manguera, tuvieron que estar un buen rato para quitarme todo lo que llevaba pegado a mi cuerpo y que el sol había resecado.

Ni siquiera me soltaron, me colocaron un mordaza inflamable en la boca, la hincharon a tope, me metieron en el maletero del coche, cerraron y arrancaron, después de un buen rato, abrieron el capó, me sacaron, casi no podía caminar, pues la postura no era muy cómoda y después de lo pasado no me quedaban muchas fuerzas. Mercedes y Marta me cogieron del pelo y me arrastraron hacia el interior de una casa. Me taparon los ojos y me dijeron que no me moviera para nada, hicieron como marcar donde tenía los pies para saber si me había movido, se fueron y me dejaron mucho tiempo sola, a oscuras y sin poder moverme, mis piernas flaqueaban y mis pies, ansiosos de moverse, empezaron a hacerlo. No se cuanto tiempo pasó, pero cuando se acercaron recibí un par de bofetones que me tiraron al suelo ¡Puta más que puta, no sirves ni para estar quieta! Mientras que me estaba chillando, recibía patadas por todas partes, tirándome del pelo me levantaron y me arrastraron a una sala, cosa que vi cuando me quitaron la venda, me colgaron con los brazos estirados y las piernas abiertas, al lado había como si fuera un quirófano, una mesa llena de instrumental médico y una mujer pequeñita, morena, pero muy guapa que me estaba estudiando y palpando todo el cuerpo, los pezones, mi sexo, me quitaron la mordaza y siguió con mi lengua, tirando de ella, pensaba que me la iba a arrancar. Las extremidades me dolían de tenerlas estiradas, la piel me ardía y los mordiscos de las hormigas habían hecho mella en mi sexo y pezones.



Capítulo III

Una vez terminada la exploración me dejaron sola otro buen rato con el instrumental delante para que me hiciera una idea de lo que me esperaba. En mi mente pasaba de todo, desde que me descuartizaran hasta que me pusieran algún aro en alguna parte del cuerpo. Pero seguro que cualquier cosa que pensara no tendría que ver con la realidad. Pronto me di cuenta de que así sería. Entra la mujer pequeña me coloca un aparato de dentista queme deja toda la boca abierta, sin posibilidad de cerrarla, coge unos alicates, agarra mi lengua y con un punzón empieza con saña a perforar mi lengua, agarra un anillo con una cadena colgando, me lo coloca en el agujero, después hace otro al otro lado de la lengua y me coloca otro anillo con cadena, me llena la boca de alcohol, que me tengo que tragar si no quiero ahogarme, siento como me quema toda la boca. Me mira y ¡Queda perfecto! Con las cadenitas podréis arrastrarla con la lengua fuera, eso le dolerá bastante y obedecerá al instante. Con los mismos alicates agarrón uno de los pezones, pero cambió de punzón, este era bastante más gordo y poco a poco va perforando el primer pezón con el cuidado suficiente para hacerme sufrir lo más posible, luego le coloca una argolla, no era un arito, era una argolla de 5 ó 6 milímetros de ancha y el aro de unos 8 cm. De diámetro, así tendrían un buen agarre.

Estaba agotada y no me quedaba ninguna fuerza, así lo notaron, me descolgaron y me estiraron encima de la camilla, me ataron bien atada para que no pudiera moverme ni tocarme y me dejaron hasta el amanecer del domingo.

Me despierto y veo la mujer pequeña que me está observando, coge la botella de alcohol y desinfecta todas mis heridas, se sube a la camilla y se mea en mi boca, me obliga a lamerle y limpiarle todo el sexo. Se aparta, me levanta la cabeza me tira de las cadenitas de los aros de la lengua, provocándome el correspondiente insufible dolor y me los ata alas argollas de mis tetas manteniéndome en una postura muy dolorosa e incomoda. Así estoy hasta que Rocío, Mercedes y Marta aparecen, me miran con desprecio y con caras burlonas, se les ve muy satisfechas por lo que están haciendo conmigo, pero a mi sólo me entra horror de pensar que va a seguir, ahora me acuerdo que Rocío me tiene que dar cien latigazos más los que añada, me echo a llorar cuando me pegan un tirón a la cadenita que me une la lengua con las tetas y me dice Rocío, las putas como tu no tienen derecho ni a llorar, te acabas de ganar otros cien latigazos. El pánico me hacía olvidar todo el dolor de mi cuerpo, pero por poco tiempo, la pequeñita empezó a tirar con los alicates mis labios mayores para ponerles varios aros, un poco menores que los de las tetas, pero en cada labio me puso tres, siguió, con su sadismo especial, con los labios menores donde me puso dos en cada uno. Cogió un candado pequeño me lo pasó por lo aros de los labios menores juntando los dos y lo cerró, lo mismo hizo con otro candado de mayores proporciones con los labios mayores. Me llenó todo el sexo con alcohol, Este me quemaba todas mis entrañas en un dolor insoportable, por lo menos durante unos largos minutos.

Me colgaron en forma de cruz para examinarme, al abrirme las piernas mi sexo me dolía horrores pues se estiraba al estirar las piernas.

Me bajaron, me soltaron los pies y me ataron las manos a la espalda, me volvieron a poner la mordaza, salimos de la casa y me volvieron a meter en el maletero.

Arrancaron, después de varios minutos de marcha se pararon y se bajaron, al cabo de varias horas volvieron, subieron al coche y arrancaron, Se abrió el maletero del coche, entramos en la casa de campo, me tiraron al suelo. Ataron varias cuerdas a los pezones, a los candados y finalmente a las cadenas de mi lengua, tiraron de ellas y las fueron atando a los muebles del salón.

Así me tuvieron toda la noche hasta que por la mañana me llevaron al baño para hacer sus necesidades en mi boca. Me ducharon con agua fría, me hicieron secar. Me llevaron a la habitación y entre todas se pusieron de acuerdo con la ropa que tenía que llevar en la oficina. Una camiseta cuasi transparente en la que se notaban las anillas, y una falda larga pero de tiras que al sentarme se habría y se veían hasta el candado y los aros, un collar rojo de cuero ancho con cuatro anillas doradas y cuatro medallas que tres con los nombres de ellas y la cuarta con la grabación soy una puta esclava.



Capítulo IV

Al entrar en la oficina Rocío me hizo pasar a su despacho me puso sobre una silla y me introdujo un consolador en el ano, la parte final entraba a presión y no lo dejaba salir. Rocío me dijo: este consolador lo mismo sirve para darte placer como para torturarte, en cuanto vibre vienes enseguida con un café bien caliente, si sientes descargas eléctricas vienes enseguida, sólo pararán cuando estés en mi presencia y me de la gana. Otra cosa cuando vayas a por café no hagas tiempo para correrte, porque si en un minuto no me lo has traído sentirás unas descargas muy fuertes, cada vez más fuertes y si se te cae el café o te manchas el vestido sufrirás un fuerte castigo. Si Marta o Mercedes te mandan algo lo harás sin rechistar, pues ellas también te podrán castigar, pero independientemente de que ellas te castiguen cuando sientas el vibrador o las descargas eléctricas vendrás a mí enseguida. Ahora puedes ir a tu mesa de trabajo y quiero todos los informes para el juzgado a las once en punto, si no están prepárate, pues desearás no haber nacido. Espera un momento, pon tu boca en mi sexo, pues tengo ganas de mear.

Se meó en mi boca, le limpié y me fui hacia la mesa, Mercedes me dio dos bofetadas mientras que Marta tiraba de mi candado haciéndome caer al suelo del dolor, para rematarme me abrieron de piernas dándome una patada en mi sexo cada una, el vestido se mancho con un poco de sangre, me había ganado otro castigo, no sabía como podría soportar todo aquello, fui a la mesa y empecé a trabajar.

A las once me dispongo a llevar los informes a Rocío que me espera en su despacho y junto a ella Mercedes y Marta, le entrego los papeles y Marta le hace notar que me he manchado el vestido. Rocío se enfada mucho, pero deja el castigo para más tarde. Me hacen limpiar toda la oficina, los servicios y me dicen que a partir de ahora, también me encargaré de limpiar toda la oficina y que acababan de despedir a la empleada y que para esto era su esclava y podían ahorrarse el sueldo.

Salimos de la oficina, cogemos el ascensor y cada una de ellas me tira de una anilla de cada pezón, del candado de mi concha y de la cadenita de mi lengua haciendo que me arrodille ante ellas. El ascensor se para y tirándome del pelo me ponen de pie.

Entramos en el coche, pero esta vez me tiran en el suelo del la parte posterior para servir de alfombra, mientras nos dirigimos a casa me clavan los tacones por todas partes, incluso me lo meten en la boca, los dos a la vez un buen rato casi hasta ahogarme con ello. Rocío, para disfrutar un rato me regala con descargas eléctricas, al principio suaves, pero cada una más intensa que hacen que me retuerza de dolor, pero sin poder mover la cabeza, pues tengo los tacones que casi me ahogan. Llegamos a una casa, no era la de campo, era otra, abrieron la puerta, entramos, me taparon los ojos, me arrastraron del pelo y bajamos unas escaleras. Me quitaron la venda, me horroricé, pues lo que vi era como una de las películas medievales, todo lleno de instrumentos de tortura, jaulas de hierro en la que casi no cabe nadie, anillas por todos los sitos y las paredes decoradas con látigos muy diferentes, fustas, varillas, cadenas, collares, etc.

También un potro muy fino en la parte superior al que me dirigían, me subieron en él, me ataron las manos a los aros del collar y los pies estirados hacia los laterales, por lo cual todo mi peso cayó sobre mi sexo con candados inclusive. Al cabo de unos diez minutos empezaron a azotarme las piernas, espalda y pecho y vientre hasta que me desmayé de dolor, al despertar estaba en una mini jaula con las atadas en la parte superior de la misma, las piernas y mis dos agujeros fuera para estar disponibles en cualquier momento, un peso en cada teta, otro en la lengua tirando hacia abajo y otro peso tirando de cada candado. No había nadie, estaba sola esperando que alguien apareciera, pero, a pesar del dolor, mejor así, por lo menos descanso algo.














Fin de semana II

Después de pasar varias horas recibiendo castigos en el sótano me quitaron los candados de la vagina, me tumbaron boca abajo en el suelo, ataron la anilla del collar a otra anilla del suelo tan corta que sólo podía estar con la cara tocándolo sin posibilidad de girarla, los brazos en forma de cruz, completamente estirados, las piernas abiertas al máximo, causándome un dolor desesperado, azotaron fuertemente mi espalda, nalgas y piernas. Después hicieron todas sus necesidades encima de la cara que no tocaba el suelo y me dejaron toda la noche en esta posición.

Aún era de noche, noté el agua fría de una manguera a presión, me estaban limpiando con ella, después de la primera pasada, cogieron un balde con jabón y un cepillo de púas, el cual tuve que soportar por todo mi cuerpo y mis partes más íntimas, terminando con otra sesión de agua fría por todas partes, incluidas mis sexuales, las cuales se llenaron hasta el interior limpiándolo perfectamente. Me soltaron, para secarme me ataron las manos y completamente desnuda me hicieron seguir el coche por todo el parque hasta que consideraron que estaba seca.

Los pies estaban algo ensangrentados de correr son zapatos, me tumbaron sobre el capó del coche, colocaron los candados en su sitio. Entramos en el coche, y mientras Marta conducía Mercedes y Rocío me tiraban de cada una de las anillas de las tetas mientras con la otra mano me excitaban acariciándome el clítoris y jugaban con los candados. Me estaban calentando al máximo, pero cuando notaron que estaba a punto e tener el primer orgasmo, pararon en seco, dándome dos sonoras bofetadas en cada mejilla.

Rocío me llamó "Puta zorra de mierda", no sabes que tienes prohibido correrte y has estado a punto de hacerlo, me dio otras dos bofetadas partiéndome el labio. Con su lengua me quitó la sangre, después empezó a tirar de las cadenas de las anillas de la lengua, pensé que me la arrancaba.

Llegamos a casa de nuevo para desayunar y vestirnos para el trabajo. Ellas tomaron alimentos de toda clase y para mí todas sus necesidades fisiológicas con su correspondiente limpieza. Ya empezaba a tener bastante hambre, pues casi no entraba comida en mi cuerpo, pero no tenía derecho a comer, sólo lo que me dieren y cuando me lo dieran.

Llegó la hora de elegir vestido para mi, una camisa muy ajustada, casi transparente, a través de la cual se notaba las argollas de mis tetas, una corbata negra, pero que en lugar de estar colocada dando la vuelta por todo el cuello, simplemente estaba colgada de la anilla del collar, como falda una plisada, pero en la que todos los pliegues estaban cortados, además era muy corta, tan corta que estando de pie sobresalía por debajo el candado. Zapatos negros de unos 15 cm de tacón, suela muy fina y tapados por unas finas tiras de cuero que se clavaban en mis ya dañados pies.

Salimos de casa, pero esta vez no íbamos en coche, sino andando, querían ver como aguantaba el humillamiento de ir por la calle con esta vestimenta y como me reventaba los pies al andar. Como quedaba un poco lejos, llegamos a la estación de metro, lo cogimos, me tuve que quedar de pie mientras estaba agarrada a la barra superior varias manos recorrían todas mis nalgas y jugaban con los candados de mi sexo. Mercedes, que disfrutaba de lo lindo de tenerme de esclava, me decía que tenía que dejar que hicieran lo que le de en gana a quien le de la gana o me castigaría fuertemente, lo cual obedeciéndola deje que se metieran hasta dentro de mi ano, llegando a levantarme del suelo agarrada de este sitio, esto varias veces. Otros, ya excitados se dedicaban, tapados por mis amas a rozarme con sus penes súper excitados, estos me llegaron a sacar la camisa de la falda y desabrocharla para ver mis senos y sus anillas, Mercedes no me dejo abrocharla hasta que salimos del metro, estaba completamente abochornada y colorada, a la vez excitada. Creo que si me hubiesen dejado me hubiese dejado violar por todos los del metro a la vez, pero me mantenía a raya y no podía correrme. Al salir del metro me hicieron estar un rato parada justo encima de la escalera para que la gente pudiera ver todos mis bajos y por más humillación el no llevar bragas y llevar varios candados en su puesto.

Subía un joven de unos 20 años por la escalera, no podía apartar la vista de mis candados y Rocío le dice, ven y toca los candados y verás que es verdad lo que ves, el joven quedo un poco prado, pero Mercedes le animó a hacerlo, al tocarlos, Marta que quería ver como me arrodillaba delante de él, le cogió de la mano y entre ambos tiraron tan fuertemente de ellos que hicieron que me arrodillara a sus pies, Rocío me piso la cabeza hasta que le besé los pies, me tiraron del pelo para levantarme y nos fuimos a la oficina.

La joven Mercedes se dio cuenta que me había excitado bastante con todo el paseo, se lo contó a Marta y a Rocío, " la puta se ha corrido" exclamo Mercedes, Marta me pegó una fuerte patada en mi sexo que hizo caerme al suelo, me levantaron tirando de los pelos sin compasión, pensaba que me los arrancaban, todas pasaron sus manos para comprobar si era verdad y me encontraron mojada, para remediarlo, decidieron quitarme los candados, ponerme 8 bolas dentro de me coño y volvieron a poner los candados. Rocío abrió el cajón de su escritorio, sacó tres tiras de bolas chinas, las cuales fueron introduciendo por mi ano sin compasión, terminando con un falo algo más grande que el del día anterior, el cual metieron de un golpe. El funcionamiento era el mismo que el del día anterior, descargas eléctricas y vibraciones. Lo estuvieron comprobando durante unos 15 minutos, prevaleciendo las descargas eléctricas, las cuales me hacía revolver por el suelo de dolor.

Al terminar de prepararme me fui a mi mesa de trabajo haciendo lo que pude, pues no me quedaban muchas fuerzas. Sobre las once de la mañana entra un cliente con su señora, una pareja de unos 50 años, me preguntaron por la abogada Rocío, me levante de la silla y los acompañé hasta su oficina, él no me apartaba el ojo de encima. Entraron, les presente a Roció y me fui a mi mesa, de pronto noté una fuerte descarga eléctrica que me quemaba el interior de mi ano, salte como un resorte de la silla y fui hasta la oficina de Rocío, llamé y entré, cual fue mi sorpresa cuando sentí otra fuerte descarga, pero esta era constante, empecé a saltar de dolor hasta que me revolví por el suelo, acabando a los pies de la señora que estaba en la oficina.

¡Limpia los zapatos a la señora! Me ordenó Rocío, agaché la cabeza y empecé a lamerle los zapatos, me paré un momento y volví a sentir una fuerte descarga. ¿Quién te ha mandado que pares? ¡Sigue perra! Seguí lamiendo, la parte superior, luego las suelas, repitiendo la operación sin parar. Me dolía la lengua de tanto lamer.

¡Levántate puta! Me dijo Rocío. Ahora desnúdate, lo cual hice toda ruborizada.

Sra. Fernández, la puede explorar, como ve está anillada y con candados en su sexo, como su esposo no ha podido dejar de mirarla, le dejo que la castigue por su osadía en el vestir, le dejo el mando del consolador y este látigo, si desea algo más dígalo.

Rociíto, como tiene un culo muy bonito le voy a dar 50 latigazos en cada nalga, 50 en cada teta y hasta que me canse en su sexo, pero todo el tiempo llevará el consolador dándole descargas al máximo, como mi marido es un cerdo, quiero que lo ates a la silla, pero desnudo para que vea lo que voy a hacerle a esta mierda de zorra.

Gustavo, ¡desnúdate y siéntate en la silla! Rociíto, átalo con las manos a atrás y los pies atados a las manos, sin que toquen el suelo. Luego quiero que ates las anillas de la lengua de esta cerda al pene de Gustavo.

Rocío empezó a atar a Gustavo, una vez atado, tiró de las cadenitas de la mi lengua para atarlas al pene Gustavo, dejándome con todo el culo al aire.

Rocio, creo que las manos de esta mierda de zorra los podrías atar al candado, así lo izo Rocío.

La Sra. Fernández empezó a dejar caer los latigazos sobre mis nalgas, cada golpe hacía que mi lengua pegase un buen tirón, lo mismo me pasaba con las manos atadas al candado, cada golpe era más fuerte y el dolor insoportable hasta que acabo con mis queridas y maltrechas nalgas.

Ahora Rociíto, quiero que llames a tus empleadas ya que yo estoy cansada y ellas harán el resto.

Marta, Mercedes, cerrad la oficina y venid. Dijo Rocío. Cerraron la oficina por dentro y entraron en el despacho de Rocío.

La Sra. Fernández ya está cansada y quiera que hagáis un trabajito para ella, dijo Rocío.

Bien, dijo la Sra. Fernández, quiero que la desatéis y la coloquéis de la siguiente forma. Las manos atadas en la espalda, y el candado atado al pene de Gustavo, pero con las tetas hacia mi. Así lo hicieron.

Ahora quiero que le deis 50 latigazos en cada teta. A ti, Mercedes, te toca la izquierda, y a ti Marta la derecha, quiero ver como sangran al final de los golpes.

Empezó la tanda de golpes, una más fuerte que el otro, pero alternándose Marta y Mercedes, el dolor ya resultaba insoportable, la Sra. Fernández se estaba excitando con esta fiesta, Gustavo completamente excitado y Rocío con una cara de felicidad que le caía hasta la baba.

Al cabo de tres cuartos de hora acabaron la serie de latigazos y mis tetas sangrando, cosa que Rocío aprovecho para lamer toda la sangre que salía de ellas, diciéndome que tenían que estar limpias para ir a comer.

Me soltaron y de varios guantazos me dejaron en el suelo sin parar de darme descargas con el consolador. Retorciéndome en el suelo estuvieron hablando de lo bien que lo estaban pasando, pero yo sabía que todavía quedaba mi sexo para castigar. Para recobrar mis fuerzas decidieron que les limpiase todo el sexo, también aprovecharon para darme de beber todo su pis. Incluso el de Gustavo.

Detuvieron el consolador, dándome un gran alivio, ya era insoportable y estaba a punto de perder el conocimiento.

No se el tiempo que estuve sirviendo de alfombra a la Sr. Fernández, pero La fiesta tenía que continuar.

Rociíto, la parte que falta es para ti, tu decides como hacerlo.

Bien, ya ha bebido todo nuestro pis, ahora creo que un poco de agua le vendrá bien. Mercedes, trae todo el agua que creas que debe beber esta puta esclava, dijo Rocío. Mercedes salió del despacho y regreso con dos botellas de dos litros, me agarraron del pelo tirando hacia atrás y empezaron a hacerme beber las dos botellas de agua, creí que iba a reventar. ¡ Si te meas los vas a pasar muy mal! Me dijo Rocío. Me colocaron encima de la mesa del despacho, Marta y Mercedes me abrieron las piernas, mientras la Sra. Fernández ataba mis manos hacia atrás al pene de Gustavo y me sujetaba por las cadenitas de la lengua. Rocío empezó a azotar mi sexo, cada golpe hacía mover todas las bolas chinas que llevaba dentro.

No se los golpes que recibí, pero sí se que mi sexo también sangraba y que casi perdía el conocimiento, las ganas de mear y el dolor que sentía en mi interior por el exceso de agua eran insoportables, tanto o más que los latigazos que había recibido, la lengua la sentía como si me la hubiesen arrancado.

Como almas caritativas decidieron que podía ir a mear, me soltaron y me llevaron al baño, siempre observando que no me tocara las heridas y mucho menos mi sexo. Con un inexplicable placer empecé a hacer mis necesidades, creo que tardé varios minutos en poder evacuar todo lo que había en mi vejiga, el placer era enorme a pesar de todo el dolor de mi cuerpo. Me pasaron una toalla húmeda por todo mi cuerpo y me ordenaron que me vistiera, era la hora de comer y los clientes pagaban la comida.

Al terminar de vestirme, también se vistió Gustavo, salimos hacia la cafetería que había en el edificio, nos sentamos en una mesa, a pesar del dolor de los golpes estaba ruborizada de que me vieran vestida de esta forma, además con el candado que sobresalía por debajo la falda, que, además se abría cuando me sentaba, y las argollas de los pezones que destacaban debajo de la camisa, sin contar la corbata colgada de la anilla del collar, dando un espectáculo gratuito para todos, para más vergüenza mía me sentaron de tal forma que todo el mundo me viera.

Todos pidieron algo de comer y de beber, a mí no me dejaron pedir nada. Rocío se fue un momento con el dueño de la cafetería y volvió.

Nos trajeron la comida y a mi me pusieron cuatro hojas de lechuga con algo espeso y blanquecino sobre ella y una rodaja de tomate con una especia de espuma. Para beber una cerveza, o eso pensaba. Empezaron a comer y me dijeron que comiera, probé el tomate con espuma y sabía a escupitazos, Mercedes me dijo que me lo tenía que comer todo, que sería lo más sólido que comería en varios días, probé la lechuga y sabía a semen. Una vez que me lo terminé me bebí la cerveza, pero sabía a meado con espuma de cerveza. El resto de componentes empezaron a contar que es lo que había comido, en vos alta, Rocío comentaba que todos los camareros y cocineros se habían hecho una paja encima de la ensalada, después habían meado en un vaso que era mi cerveza, y antes e servir el plato todos habían escupido encima del tomate, a cambio, me dejarían toda la tarde con ellos para que hicieran lo que les viniera en gana conmigo hasta las 12 de la noche que vendrían a buscarme. La única condición era que no me podían dar ni de comer ni de beber, a no ser lo que saliese de sus entrañas.

Al acabar me llevaron a la cocina, entramos en la cámara y me colgaron de las manos de un gancho al lado de varias piernas de ternera. Me escupieron en la cara y se llevaron la camisa y la falda, dejándome con los zapatos de tacón, que me tenía los pies en carne viva, y la corbata colgada de mi collar de perra.




Fin de semana III

Estaba temblando de frío, pues el espacio era muy reducido, la cámara no paraba de tirarme aire sobre mi piel y las piernas de ternera seguían pegadas a mi. No había luz ni tampoco se escuchaba nada. Esta situación era desesperante, la espera, la intriga, la oscuridad, el silencio y, sobretodo el frío hacían mella en mi piel y cerebro.

Se abrió la puerta de la cámara, la camarera llevaba un hierro que acababa en un gancho, lo pasó por el candado de los labios vaginales y un camarero levantándome un poco me soltó del gancho en la que estaba colgada.

La camarera, jovencita ella, me arrastraba tirando del candado y los labios que estaban a punto de separarse de mi cuerpo. Parecía disfrutar de lo lindo, pues de vez en cuando le daba vueltas para provocarme mas dolor. De vez en cuando se giraba con el brazo estirado alcanzándome varias veces en la cara y en las tetas. Sus compañeros de trabajo lo estaban pasando de lo mejor viendo como una jovencita que parecía que no había matado una mosca en su vida me estaba torturando de esta forma.

Entramos en la cafetería, por lo visto ya estaba cerrada, es decir que me pase toda la tarde colgada en la cámara. Se paró, soltó el gancho del candado y empezó a inspeccionarme de arriba abajo. Empezó por mi pelo dándole tales tirones que casi me quedo sin pelo ni cuero cabelludo. Cogió unas tijeras y corto varias mechas repartiéndolas a cada uno de los compañeros. ¡Esto es como recuerdo de la fiesta que nos vamos a montar! Dijo. Me miró fijamente a los ojos un buen rato, los cerré, me dio dos guantadas, una del derecho y otra del revés, diciéndome que no cerrara los ojos mientras me miraba. Estuvo un buen rato con la vista clavada en mis ojos, los tenía ya secos, para lubricarlos me escupió en un de ellos, instante en que los cerré a los dos. –Recibí otras dos bofetadas que hicieron sangrar mis labios. Aprovechando que salía sangre prosiguió la exploración por mi boca descubriendo las dos anillas con cadenas de la lengua, tiró fuertemente de ellas para mostrarlas a sus compañeros, dos de los cuales pensaron que era una invitación para aguantarlas y mantenerme con la lengua fuera y así lo hicieron.

Siguió hacia abajo deteniéndose en mis tetas con sus correspondientes argollas. Se le ocurrió la idea de atar las cadenas de la lengua con las argollas, manteniendo de esta forma la cabeza gacha en plan sumisa y posición bastante incómoda, pues me daba la sensación de que me quedaba sin lengua.

Siguiendo hacia abajo, se paró en mi vientre o lo que quedaba de el, pues no era gran cosa lo que había comido desde el viernes que me convertí en esclava, vio que todavía quedaban algunas marcas de los golpes y pensó que era un buen momento para darme algunos más y así dejar su huella, se fue un momento y volvió con un tubo de goma fino. Empezó a darme con el en el vientre, subiendo hacia las tetas y bajando hasta las piernas, cada golpe quedaba marcado y se le veía la cara de felicidad al ver el sufrimiento a que me estaba sometiendo. Como mi postura insinuaba a pegarme decidió empezar por la parte posterior de mi cuerpo, recibiendo las nalgas los primeros golpes de la goma, subiendo hacia arriba hasta llegar a los hombros y bajando de nuevo hasta los tobillos, lo cual me hizo perder el equilibrio y caer al suelo.

Estaba ya dolorida por todo el cuerpo, me levantaron y me pusieron sobre una mesa boca arriba, sin soltar me lengua de mis tetas, posición muy incómoda ya que mi cabeza servía de peso y cada vez me estiraba más la lengua, de las tetas me estiraba, pero mi atención estaba en la lengua, pues me daba la sensación de que se iba a romper.

No tenía bastante la niña que izo un gesto a dos de sus compañeros y me agarraron las piernas para que no pudiera moverlas y comenzó a pegarme en la planta de los pies sin piedad. Una vez finalizado la sesión de pies se quitó el tanga, se sentó encima de mis tetas y lengua y empezó a restregarse aumentando el dolor de mi lengua. Se apartó, me desató las cadenas, por lo cual puede reposar la cabeza sobre la mesa, se puso sobre mi boca y con las os manos me agarró las anillas. Me hizo lamer su sexo, cosa nada fácil por el dolor de mi lengua, cada vez tiraba más fuerte de las argollas y me dijo que seguiría aumentando la fuerza con que tiraba hasta que se corriera, puse todo mi empeño para acabar pronto, pero la muy cabrona de niñata no tenía ninguna intención de correrse deprisa, por lo que estuvo mucho tiempo, o por lo menos esto me pareció, hasta que se corrió. Me hizo limpiarle bien y se quedo un rato sentada sobre mi boca. Me cogió del pelo y se meó en mi boca.

Se quitó de encima y empezó a cachondearse de los compañeros que estaban excitados.

¡Tontos más que tontos, no se como vais a hacerlo pues tiene un candado puesto y no creo que os la podáis tirar! Se acercaron y comprobaron que era verdad, tenían tantas ganas de tirarse a la puta de la abogada que no se habían percatado de ello. Pensaron que podías darme por detrás, pero toparon con el consolador que me había puesto Rocío y un par de cuerdecillas que salían. Les picó la curiosidad e intentaron sacar el consolador, cosa que no consiguieron, tiraban de las cuerdecillas y sólo conseguían que se movieran un poco las bolas de dentro, pero ellos no se enteraban. Se estaban enfureciendo, excitados y con ganas de follarme por donde fuese, decidieron desvestirse y hacerlo por mi boca. Cosa que el primero cogió mi cabeza, se la acercó a su pene y sin preocuparse de abrir mi boca me la metió hasta la garganta, casi me atraganta. Empecé a chupársela cuando, de pronto, sentí una fuerte descarga en mi ano, cosa que por lo visto también sintió el camarero que estaba descalzo, dio un salto hacia atrás sin saber lo que le había pasado, me di cuenta que la cabrona de la niñata tenía el mando a distancia de Rocío. A pesar de las descargas de la niñata pensé que ahora me tocaba disfrutar un poco a mí. Otro camarero comenzó a introducirla en mi boca para que se la mamara, lo cual hice ya con gusto, sabía que también recibiría una descarga. Esta vez fue más fuerte, pues no paro de darme descargas y el camarero no podía separarse, todavía nadie se había dado cuenta de lo que pasaba, se pararon las descargas y salto hacia atrás como el otro. Quedaba uno, el cual si antes estaba empalmado, ahora, después de ver lo que pasaba a los otros se le quedó como un gusanito encogido, los otros estaban peor, casi no se la encontraban.

Decidieron irse y dijeron a la camarera que aguardara a que viniesen a buscarme y cerrara.

Ella cerró la puerta y se quedó conmigo, me puso los zapatos y me dijo que bailara. Empecé a bailar mientras ella jugaba con el consolador. Cada vez que me paraba me daba descargas eléctricas y tenía que seguir bailando.

Sonó el teléfono, lo cogió, se fue a abrir la puerta y entró Mercedes que me cogió de la corbata atada al collar de perra y me beso en la boca. Comprobó mi estado y escuchó la versión de la camarera, al llegar a lo de los camareros se pusieron a reír de lo lindo. Al cabo de un buen rato Mercedes volvió a cogerme de la corbata, cogió el mando de la camarera y me sacó a la calle, le dije que me dejara vestir, pero la respuesta fue un revés en toda la cara. Subimos a la oficina, cerró y me dijo que con tanta fiesta que había tenido se me había olvidado limpiar la oficina, cosa que tendría que hacer ahora. Cogió el aspirador y me lo colgó del candado de mi castigado sexo, me soltó las manos que llevaba atadas detrás y me las ató por las muñecas delante. Como pude pasé el aspirador, sufriendo alguna descarga que otra en mi ano. Me quitó el aspirador del candado y me lo colgó de las tetas, de este modo empecé a quitarle el polvo a todas las mesas y ordenadores. Estaba agotada.

Mercedes se me acerco, me quitó el aspirador, los candados, el consolador, las bolas chinas y se abrazó a mi, besándome en la boca, lamiendo mis senos y jugando con mi sexo. Se desnudó, hicimos un 69, estábamos muy excitadas y empecé a tener el primer orgasmo desde que empecé mi esclavitud. Ahora, me dijo Mercedes, te volveré a poner el consolador y vibrará hasta que me canse, pero te ataré otra vez las manos para que no te toques. Lo enchufó, y empezó a jugar con mis tetas y todo mi cuerpo. Perdí la cuenta de los orgasmos que había tenido. Paró el consolador, se abrazó a mi y así estuvimos hasta que nos dormimos tumbadas en el suelo.

Al despertarnos vimos a Rocío y a Marta sentadas que nos estaban observando.

¿Te das cuenta, teníamos a una puta cerda esclava y ahora ya tenemos dos? Dijo Rocío a Marta.

Mercedes empezó a pedir clemencia a Rocío y a Marta, pero Rocío le contestó. ¡Te advertí que a una esclava hay que tratarla como tal y no tenías permiso para hacer que se corriera ni para mimarla como lo has estado haciendo, además ya sabes que te dijimos que si hacías algo no autorizado te convertirías en nuestra esclava al igual que ella y aceptaste ir a por ella.! Ya sabíamos que te gustaba y que la querías para jugar con ella, pero te pusimos a prueba y has perdido. A partir de ahora serás otra esclava para nosotras y harás todo lo que te digamos Marta y yo.










Fin de semana IV

Estábamos desnudas Mercedes y yo, arrodilladas frente a Rocío y Marta. Lo primero que tuvimos que hacer fue lamerles todo el sexo y el ano, posteriormente Marta se meó en mi boca Rocío en la de Mercedes. Nos mandaron lavar y que esperásemos arrodilladas frente a la mesa de Rocío. Así lo hicimos, ellas se fueron un momento y volvieron con la ropa para ponernos. Para mercedes un collar de perra con una corbata de cuero, una chaqueta azul marino, la cual apenas tapaba sus tetas estando abrochada y una minifalda de color azul marino que apenas le tapa su sexo ni sus nalgas, además tiene unos cortes laterales, anteriores y posteriores que al moverse un poco enseñan todo lo que hay debajo. Para mi otra chaqueta roja que se abrocha mediante unos ganchos interiores a las argollas de mis tetas y ningún cierre más por lo que al moverse un poco se descubre todo mi vientre y parte de mis tetas. En la parte inferior una falda como la de Mercedes de color rojo y casi transparente. No podía faltar la corbata para mi collar de perra que era de cuero rojo con la inscripción en negro "Perra Susana" en la parte inferior. A las dos nos pusieron zapatos con tacón de unos 15 cm. Y unas pequeñas tiras de piel encima atadas por encima de los tobillos con un pequeño candado, como es natural la llave se la quedaron Rocío y Marta. El color era igual al traje respectivo.

Nos estuvieron observando un buen rato comentando lo bien que habíamos quedado, nos pusieron una enfrente de la otra y nos dieron varios bofetones hasta que sangraron los labios, aprovecharon para lamernos la sangre y nos besaron en la boca. Acto seguido nos apoyaron con los pechos sobre la mesa nos subieron las faldas, bueno lo poco de tela que había y empezaron a poner nuestras nalgas a tono. Cuando acabaron me dieron la fusta y me hicieron darle 50 golpes por donde quisiera a Mercedes, si no lo hacía ella me daba 100, por lo cual no puse reparo ninguno por las represalias.

Me volvieron a apoyar sobre la mesa y nos introdujeron un consolador en el ano a cada una, no pude verlo, pero le costaba bastante entrar y me desgarró un poco ya que Marta le dijo a Rocío que estaba sangrando un poco a lo que Rocío contestó que Mercedes también, que para esto los habían comprado de este tamaño y que esto no era nada con las funciones que tenían, además estaban conectados a la misma frecuencia por lo que con un solo mando tendría para las dos. Cosa que comprobamos al instante, pues nos empezó a dar descargas eléctricas por más de diez minutos hasta que caímos al suelo, primero Mercedes y después yo retorciéndonos del dolor que nos producía.

Nos levantamos del suelo y nos mandaron a trabajar, lo que hicimos toda la mañana hasta que sobre las 12 del medio día llegó un cliente del Bufete, me preguntó por Rocío la abogada, me levanté, fui a ver a Rocío y le dije que el Sr. Almagro quería verle. Me dijo que le hiciera pasar, lo cual hice. El Sr. Almagro no paraba de mirar mis piernas, pero lo que más le llamaba la atención era la chaqueta, o mejor dicho lo que había debajo. Cuando lo dejé en la oficina me volví al trabajo. Estuvieron hablando hasta casi la hora de cerrar cuando Mercedes y yo dimos un salto de la silla por la descarga producida por el consolador, entonces, ambas, fuimos a ver a Rocío.

El Sr. Almagro nos ha invitado este fin de semana, es decir, esta noche hasta el lunes por la mañana a una fiesta en su finca y vamos a ir. Quiere examinaros a fondo pues vosotras formareis parte de dicha fiesta.

Rocío llama a Marta, esta viene enseguida y Rocío le dice ¡Enséñale nuestras putas al Sr. Almagro! Marta empieza por mi dándome un tirón de la chaqueta, que no se soltó pues estaba muy bien abrochada a mis tetas, pero si solté un chillido de dolor que se vio recompensado con dos bofetadas a diestro y siniestro. ¡Perdone Sr. Almagro por la indiscreción de la puta Susana, pero sabe que no tiene derecho a quejarse y menos para chillar! No se preocupe, esta noche será castigada por ello, dijo el Sr. Almagro. Soltó los cierres de las argollas de mis tetas y me quito la chaqueta, tirándola al suelo. De un tirón me arrancó la falda y me dejo con la corbata que ponía "Puta Susana" y los zapatos que me dolían horrores. Continuó con mercedes, pero a ella le hizo desnudarse por si misma, se puso sonrojada y también se quedó con la corbata y los zapatos, no se si le dolían, pero cojeaba algo cuando andaba. Nos hicieron dar varias vueltas enfrente del Sr. Almagro, abrirnos de piernas, mostrar nuestro ano y una vez agachadas nos hicieron masturbar delante de él, pero sin levantarnos. Antes de corrernos nos hicieron parar y ponernos las manos en la espalda. Nos quedamos en esta postura un buen rato hasta que tocaron el timbre. Marta abrió y dijo si era el Bufete de la Sr. Rocio, al confirmarlo dijeron que traían unos paquetes para ellas y que tenían que llevárselos de nuevo cuando se lo ordenaran. Entraron los paquetes, en la sala donde estábamos y salieron.

Desembalaron dichos los paquetes y eran dos cajas de madera con una tapadera. Al abrirlos nos hicieron meter dentro y con las piernas abiertas nos sentaron encima de una barra con un saliente que nos introdujeron en la vagina, giraron como una especie de tuerca y se introdujo aún más hasta que chillamos del dolor que nos producía al apretar el fondo de nuestro sexo. Nos pasaron una argolla de hierro que estaba sujeta a la caja y la cerraron, en la boca nos pusieron una mordaza inchable, la cual incharon al máximo, cosa que, por lo menos a mí, me producía un dolor casi insoportable en los maxilares. Una argolla en cada mano, también sujetas a la caja y otras en los pies. Pensaba que habían acabado de sujetarme pero todavía faltaba un ancho cinturón que tenía una especie de púas que se clavaban en la piel de mi vientre, no estaban muy afiladas pero poco a poco iban dejando su huella con su correspondiente dolor. Cerraron las cajas y quedé completamente a oscuras sin poder moverme ni articular palabra. Noté que se tumbaba la caja y que se movía, volvía a ponerse de pie y de nuevo se tumbaba, otra vez lo mismo, un ruido como si la estuvieran sujetando y un lejano ruido de un motor, pues desde dentro de la caja apenas se oía nada. La caja se movía al ritmo de los acelerones y no tengo ni idea del tiempo que pasé dentro de ella.

El hierro que tenía dentro de mi vagina me estaba apretando con fuerza y cada vez que aceleraban o frenaban el dolor se hacía insoportable, las mandíbulas cada vez estaban más doloridas y ni que decir del cinturón de mi vientre que estaba casi adormilado por la presión de las púas. El silencio y la incógnita hacía que mi cerebro no dejara de pensar en lo que vendría después del viaje. Por el pasaba de todo, desde todo lo ocurrido durante toda la semana hasta cualquier cosa que podría pasar en adelante y ahora ya éramos dos juguetes en manos de Rocío y Marta. Éramos de su propiedad y podían hacer cualquier cosa con nosotras, además, ¿qué nos pasaría en dicha fiesta con el Sr. Almagro? Todo pasaba por mi cabeza, pero seguro que nada de lo que pensase se parecería a la realidad.

Estaba toda sudada, la boca, aparte de dolorida, también estaba seca y no había probado bocado desde la asquerosa mini ensalada del día anterior. Ni tan siquiera me había podido tragar el semen de los camareros, pues Mercedes no dejó que se corrieran dentro de mi boca, mejor dicho, ni que se corrieran, simplemente los humilló. Antes de empezar todo esto mi cuerpo era casi perfecto pero en una semana empezaba a notar que mis huesos estaban empujando la piel notándose como si de una radiografía se tratara, los labios empezaban a estar cortados de los golpes que recibían y mi piel, si bien apenas le quedaban marcas, estaba toda roja. Mi vagina, aparte de la tortura del hierro que llevaba dentro estaba tan dolorida que apenas notaba que los labios de ella se habían estirado, tanto del peso del candado como del aspirador que tuve que llevar varias horas hasta acabar de limpiar la oficina, por ende, mis pezones, aparte de doloridos, se habían alargado de los tirones y pesos colgados de ellos. El cuello me empezaba a picar, pues en toda la semana no me lo había podido quitar, pues las llaves del candado las tenían Rocío y Marta, además estaba tan apretado que si pasaba los dedos por dentro, cuando tenía las manos sueltas, casi me ahogaba.

Volvió a tumbarse la caja y empezó a temblar por el rodar de la carretilla por algún suelo irregular. Se paró el movimiento y por bastante tiempo nadie abrió la caja, por lo que mi mente seguía divagando y torturándome.

Mucho tiempo más tarde, no se cuanto, abrieron la caja y una luz cegadora, debía ser un foco, enfocaba mis ojos, que al estar tanto tiempo en oscuras, tuve que cerrar, me colocaron un antifaz y seguí a oscuras. Me soltaron de todos los anclajes, el cinturón y me sacaron el hierro de mi vagina, lo que fue un fuerte alivio, pero duró poco, de pronto empezaron las descargas en mi ano lo que hacían retorcerme me cogieron del pelo y noté como empezaba a faltarme el aire, la mordaza que llevaba también regulaba el aire que respiraba, el pánico se apoderó de mi, pero al poco rato volvió a entrar aire y seguí respirando, esta vez intentando llenar los pulmones al máximo desesperadamente, cuando volvieron a cerrar el aire de nuevo, desesperada y sin poder respirar empecé a llorar y cuando por debajo del antifaz vieron que las lágrimas salían, eso creo, volvieron a abrir la entrada de aire. Aflojaron la mordaza y me la quitaron. Mis doloridas mandíbulas lo agradecieron, recuperando poco a poco su forma habitual.

Me pusieron como si fueran dos correas por los muslos, me ataron las manos que después estiraron hasta provocarme un fuerte dolor en los hombros, lo mismo hicieron con los pies, los cuales se fueron elevando y abriendo hacia fuera hasta que di un chillido de dolor por la abertura que les estaban dando, mis muslos también se elevaron, quedando con los brazos estirados, mis piernas abiertas y aguantada por las correas de mis muslos, la cabeza me colgaba hacia atrás. No me veía pero tenía la sensación de que todo mi cuerpo estaba expuesto para lo que se quisiera y para quien quisiera.

Me quitaron el antifaz (venda) y vi que mercedes estaba en la misma posición que yo, a ella le estaban agujereando los pezones y colocándole unas argollas como las mías, después empezaron a colocarle las anillas en su sexo, pero sólo se las colocaron en sus labios mayores. Acto seguido le anillaron la lengua, al igual que a mí, con una anilla con cadena a cada lado de la misma, sin esperar a que cicatrizaran las heridas colocaron unas cadenas desde las anillas de su lengua a la mía, de sus pezones a los míos y de las anillas de su vagina a las anillas de la mía. La empujaron hacia mí y cuando retrocedió sentí un fuerte tirón en cada una de mis anillas con su irresistible dolor.

Se apagaron las luces y nos dejaron bastante tiempo en esta posición, yo me dormí y cuando desperté estaba rodeada de gente bebiendo y comiendo aperitivos que unas camareras y camareros, desnudos todos ellos, simplemente, tanto ellos como ellas con una cofia en la cabeza y un lazo rojo en el cuello.

De vez en cuando los invitados pasaban sus manos por todo mi cuerpo y también por el de Mercedes, otras veces nos daban un empujón a una o a la otra para ver como nos dolían los tirones de las cadenas. Una invitada, con un pelo rubio hasta media espalda noto que el sexo de Mercedes no estaba afeitado y que al mío le faltaba un repaso, se lo dijo al Sr. Almagro, además le comentó en viva voz que una esclava tiene que tener la cabeza afeitada, al escucharlo sentí un fuerte escalofrío por todo mi cuerpo, siempre me ha gustado el pelo largo y llevaba bastante tiempo para conseguir que me llegara a la cintura. Se me escapó ¡El pelo, no por favor, no me lo corten! Tonta de mi. La señora se enfureció conmigo, me cogió del pelo tirando hacia atrás y me dijo, empezaremos por el tuyo y servirá para hacer un látigo para azotarte, pero le pondremos unas bolas con puntas de acero en las puntas para que se te claven en la carne y te hagan sangrar y retorcer de dolor. Me soltó escupiendo en mi boca. Se fue hacia Mercedes, empezó a acariciarle el pelo y darle besos en los labios diciéndole al oído, con el tuyo no te voy a pegar pero lo cortaré a trocitos para que te lo comas. Hasta que no te los haya acabado no comerás otra cosa. Empezó a llorar de miedo, pero no le sirvió de nada. Una camarera había llegado con cera de depilar caliente y le embadurno todo si sexo, lo dejo secar un buen rato, mientras un camarero había traído una maquinilla de barbero eléctrica y empezó abriendo paso por todo el centro de su cabeza, le puso un espejo delante, que después sujeto otra camarera, y siguió su labor de rapado de cabeza. Iba colocando el pelo en una bandeja hasta que acabo con todo.

La camarera soltó el espejo y le puso cera de depilar caliente por toda la cabeza. La dejo allí que se enfriara.

Se acerco la señora de pelo rubio, me agarró del pelo otra vez, me besó en la boca y cogiendo la cadena que sujetaba mis anillas con los dientes tiró fuertemente hasta que la tuve bien fuera, agarro una aguja larga y me la atravesó por todo el centro de la lengua y la dejó allí para que no pudiera meterla dentro de la boca, empezaba a estar desesperada por no pode meter la lengua y lubricarla.

Ató mi pelo con una cinta y con la maquinilla eléctrica empezó de adelante hacia atrás a cortarlo todo, mientras tanto una camarera aguantaba un espejo para que pudiera verme, no podía creerme que me estaba quedando calva de aquella manera. Terminó y me unto de cera al igual que a Mercedes, acto seguido siguió con mi coñito, sin importarle los anillos que llevaba, pues la cera también se pegaba a ellos. La dejo enfriar y se fue a Mercedes ala cual le arrancó de un tirón toda la cera de su coño, llorando del daño que le izo, siguió por la cabeza la cual se quedo al rojo vivo.

Se volvió hacia mi y empezó por la cabeza, lo cual me dolió bastante, después sentí un fuerte tirón en mi sexo y me desmayé.

No se cuando tiempo estuve sin sentido, pero empecé a sentir algo muy frío que recorría todo mi cuerpo, abrí los ajos y vi como estaban vaciando una botella de cava helada encima mía. Podía meter la lengua pero son cerrar la boca, me habían quitado la aguja que me la sujetaba, entró un poco de cava, cosa que agradecí, pues estaba muerta de sed, Aunque sólo me sirvió para tener más sed.

Levanté la cabeza y vi como le introducían mechones de cabello en la boca de Mercedes y se lo hacían tragar con agua, pero mucho agua, cuando la vi ya tenía el vientre un poco abultado, seguro que era por lo que le habían hecho beber, por cierto, por lo que alcancé a ver ya no le quedaba demasiado pelo en la bandeja. Pero cada vez que se resistía yo notaba un fuerte tirón en mis anillas que todavía estaban enganchadas a las suyas. Todos los invitados seguían alrededor nuestra observando y disfrutando de todo lo que nos estaban haciendo, se apartó toda la gente un momento y empezaron las descargas en nuestros anos, aún llevábamos los consoladores, y empezamos a retorcernos son poder movernos demasiado, pero lo suficiente para que los tirones de anillas nos fueran dañando todas nuestras partes con las correspondientes quemaduras interiores de nuestro recto. Así estuvimos un buen rato y se pararon las descargas, acto seguido nos quitaron los consoladores y las cadenas, nos hicieron limpiarlos a fondo con nuestras lenguas doloridas, nos enchufaron unas mangueras en nuestros anos y empezaron a llenarnos de agua caliente hasta que parecía que estábamos preñadas, a mi me daba la sensación de que iba a reventar en mil pedazos. Rocío se subió encima de mi vientre aumentando el dolor que ya tenía y Marta sobre el de Mercedes, así estuvieron un buen rato, tiempo en el que no pararon de jugar con nuestras anillas y de cabalgar como si lo estuvieran haciendo sobre un caballo.

No se como lo hicieron, pero de pronto todo lo que tenía en mi vientre se fue otra vez por la manguera volviendo a la posición normal, si no fuera por la presión que ejercía Rocío sobre mí. El alivio fue enorme, pero mis extremidades estaban a punto de soltarse del tronco.

Nos soltaron de la posición que teníamos, nos juntaron, a Mercedes y a mi, espalda contra espalda y empezaron a liarnos con papel de celofán, pierna con pierna, tronco con tronco y brazo con brazo, siguieron con las cabezas, a las cuales, casi cuando ya no nos quedaba aire, nos hicieron un agujero en la zona de la boca, lo cual aproveché para llenar los pulmones de nuevo. Nos ataron por la cintura a cuatro columnas y nos dejaron de esta forma. Se fueron a comer o cenar, la verdad no tenía noción del tiempo pasado, un par de camareros nos enchufaron unos focos de alta potencia y a corta distancia, allí nos dejaron.

El calor se hacía insoportable, el sudor estaba llenando el plástico en el que estábamos envueltas y la sed hacía mella en nuestras bocas.

La mujer de pelo rubio vino a vernos y me enseñó el látigo que había trenzado con mi pelo, estaba hecho con unas trenzas finas y al final de ellas unas diminutas bolas con púas afiladas, todo el pelo iba sujeto a una especie de pene gigante con un glande tan pronunciado que si entraba en cualquier agujero debía ser una gran tortura el que te lo sacaran. Cogió el látigo por el pene, me acarició con el por todo el cuerpo terminando con unos cuantos azotes en las tetas, me metió el gran pene en la boca y al ver que me estaba asfixiando me abrió unos agujeros en el plástico que cubría la nariz y así me dejo.

Estaba notando un cierto cosquilleo por la zona donde habían dado las bolas del látigo como si me sangraran.......










Fin de semana V






Al cabo de un buen rato nos quitaron el celofán y nos llevaron a un cuarto, allí nos hicieron lavarnos y de paso, tanto Marta como Rocío, nos curaron las heridas, nos mimaron, besuquearon y nos quedamos las cuatro dormidas hasta que la luz del día inundó la habitación, está luz me despertó y me encontré al lado de mercedes, ambas desnudas y solas en la habitación.

Mercedes se despertó, me miro y se abrazó a mi, estuvimos abrazadas hasta que entraron Marta y Rocío con una bandeja llena de un café humeante y unas cuantas pastas, nos la dejaron y se fueron para que desayunáramos tranquilas, me serví un café y lo fui sorbiendo poco a poco, después de tantos días sin comer no era cosa de ir deprisa, puede ser malo, despacito fui saboreando las pastas y tomando café, las fuerzas parecía que estaban volviendo, cosa que hacía ya unos días que no sabía donde estaban.

Entró Rocío en la habitación con una camiseta muy fina para cada una y una minifalda que sin agacharse dejaba ver parte de las nalgas. Nos ordenó que nos vistiéramos y nos fuimos a casa de Rocío, nos dejó allí y nos dijo que nos daba la mañana libre, pero que a las dos de la tarde vendría a comer junto con Marta y que querían que la comida estuviese a punto, esta vez la comida sería para las cuatro.

A las dos en punto llegaron, nos dijeron que sirviéramos la comida y que nos sentásemos a la mesa.

Así lo hicimos, pero no nos dieron permiso para comer, sólo para estar allí mirando como comían, cuando acabaron nos pusieron el plato en el suelo, nos ataron las manos a la espalda y nos hicieron comer como si de un perro se tratara y sin manos para apoyarnos, por lo que tuvimos que abrir las piernas mucho para llegar con la boca al suelo y no caernos.

Mientras tanto Rocío empezó a contarnos sus planes sobre lo que iba ha hacer con nosotras, mientras comíamos nos iba poniendo unas fotos en el suelo, estas eran de un hombre de unos 55 años y de una mujer de la misma edad. Fijaos bien con estas caras, el se llama Paco y ella se llama María.
Paco es cocinero, pero y es el marido de ella, con ella ni se habla, pero es muy buen cocinero y quiero convertirlo en mi cocinera personal, quiero travestirlo y que se olvide de que es un hombre.

A ella también la quiero tener como esclava pero quiero bajarle los humos que lleva, además, le gustan tanto los hombres como las mujeres y quiero divertirme con ella y su marido.

Tu Marta te encargarás de conquistarla por las buenas y convertirla poco a poco en tu esclava y quiero que venga voluntariamente contigo aquí en esta casa y que me la entregues, como lo hagas es cosa tuya.

Tu Susanita te encargarás de el, lo tienes que conquistar y además se tiene que enamorar locamente de ti para que haga todo lo que le pidas y ara entregármelo me lo tienes que traer completamente depilado, para ello voy a montar (simulación) una consulta de esteticién y me lo traes para que lo depile a la cera, todo el cuerpo hasta las cejas y la cabeza, otra cosa, en cuanto lo tengas un poco enamorado pídele que te deje ponerle un CB-3000 y que cada día venga a verte para que se lo quites y pueda limpiarse, luego se lo vuelves a poner, la intención es que cuando me lo entregues esté tan excitado que no diga que no a nada y acepte todo lo que yo quiera hacerle, si no lo consigues de esta forma consigue que se acueste contigo y lo acusamos de violación y yo como abogada llegaré a un acuerdo con él para no denunciarlo a la policía....
Estaba Paco sentado en la terraza de un bar tomando una cerveza, de pronto Susana se tropieza con el y hace que se le derrame la cerveza encima, Susana se disculpa con cara de niña buena y de no haber roto un plato en su vida, coge unas servilletas de las que hay sobre la mesa en un servilletero de estos ridículos con forma de botella y empieza a secarlo y de paso enseñando todos sus encantos e “involuntariamente y con discreción” tocarle su pene unas cuantas veces, el no para de decir que no importa, pero ella insiste en que ya que ha hecho que se le caiga la cerveza que mejor que le seque y que le invite a otra cerveza, de esta manera comienza una agradable charla entre Susana y Paco...

Mientras tanto, en una tienda de ropa está Marta espiando la ocasión para contactar con María, para ello se ha vestido con una falda corta pero que en el fondo es sólo un trozo de tela liado al cuerpo y sin enganche alguno. Ve a María que entra a los probadores a probarse unos pantalones, Marta le sigue y la roza haciendo que la falda se le caiga dejándola sólo con un mini tanga que apenas tapa nada, María al ver este cuerpo tan bien hecho, pero con algunas marcas que todavía le quedan, se calienta e intenta devolverle la falda y ponérsela, pero el olor de su sexo hace que se detenga justo con la nariz y mirando casi extasiada lo que marta aprovecha para reprocharle ¿Que haces vieja, es que te gusto?

María toda avergonzada y mirando si había alguien le dice ¡Es que tienes un cuerpo maravilloso y no puedo dejar de mirarlo! Marta le coge del pelo, le tira la cabeza hacia atrás y hace que María se levante dándole un beso en toda la boca, luego le susurra, vas a ser mía y vas ha hacer lo que yo te diga si quieres tocar este cuerpo...










Fin de semana VI














Paco y Susana, después de un buen rato de charla quedan otro día para tomar una copa y conocerse un poco más, se dan los teléfonos y se van.

Susana deja pasar unos días y le llama para quedar con el, Paco acepta, si bien se queda pensando que querrá una mujer tan joven con un viejo como yo, pero es un reto y, además, le gusta Susana, como rechazar una cita, sobretodo de la forma que se excitó cuando le estaba limpiando la cerveza,, tampoco le va a poner los cuernos a su mujer, al fin y al cabo la relación que tienen es una no relación, en realidad, viven bajo el mismo techo, pero ni se hablan y cada uno va por su lado.

Llega el día de la cita y Paco está nervioso, a su edad, pero es que hace ya bastante tiempo que no tiene ninguna relación con mujer alguna, pero tampoco está muy convencido de que pueda pasar algo interesante, ella es muy joven y le cuesta entender que quiera algo con el, amistad sí, pero algo más...

Llega Susana a la cita con una falda todavía más corta que la del otro día, una blusa que dejaba entrever todo lo que había debajo y unos zapatos de tacón, un tacón muy alto que la hacía más esbelta si cabe. Se dan un beso y sin avisar Susana le da un beso robado en la boca, esto excitó tanto la líbido como la mente de Paco.

Pidieron de beber, charlaron un rato y Susana cada vez se ponía más cerca de él para que pudiera oler su perfume y ver mejor las piernas cada vez que le miraba para contestarle o hablar con ella.

Era casi medio día y Paco le invita a comer, le pregunta si prefiere ir a un restaurante o probar su comida su casa, no la que vive con su mujer, sino otra que tiene por otros motivos ajenos a su mujer.

Susana se lo piensa un poco, pero sabe que le queda poco tiempo para cumplir lo que le ordenó su ama Rocío, también Se fía de Paco, no parece una persona que le vaya a hacer nada que ella no quiera, tiene que arriesgarse y le dice que en su casa, es un buen sitio para calentarlo lo suficiente como para anularle la lógica de su pensamiento.

Van a su casa, que no estaba muy lejos de donde estaban citados, una casa normalita, un piso con dos habitaciones y comedor cocina. Paco prepara una suculenta y rica comida para los dos, monta una mesa muy romántica y trata a Susana como si fuera su enamorada, en el fondo ya lo está siendo, pues él se está enamorando, a pesar que no entiende lo que ve Susana en él, 55 años y una buena panza, si bien con la altura que tiene no se le nota demasiado. Susana se desabrochó algún botón más de la blusa para dejar entrever un poco más sus pechos mientras comían, él había sacado una botella de vino y, si bien había llenado las dos copas, Susana le estaba vaciando la botella en su copa cada vez que tomaba un sorbo, hizo que se acabara la botella, el que no bebía desde hacía muchísimos años empezó a estar bastante borracho, pero sin violencia, lo suficiente para hacer todo lo que Susana quisiera con el, empezó para darle a beber el vino que le quedaba a ella con la boca a sorbitos mientras le estaba excitando y tocando sus intimidades, con cada sorbo de boca a boca le estaba excitando más y más, incluso empezó a desabrocharle la camisa y los pantalones, lo tenía a su merced.

Después de un buen rato jugando con él lo llevó a la habitación, destinándolo y desnudándose ella, pero el con el efecto del alcohol encima no fue capaz de tener una erección lo suficientemente buena para hacer el amor con ella, lo que ella aprovechó para chantajearle emocionalmente diciéndole que quería hacer el amor con el, pero que no quería que se masturbara ni que hiciera otras cosas con su miembro, así que si quería hacer el amor con ella tenía que hacer lo que ella quisiera. Él aceptó, estaba demasiado excitado, aunque no tuviera erección lo deseaba.

Susana le dice, te voy a poner esta especie de cinturón de castidad, así no podrás usarlo nada más que para orinar y cada día cuando te llame vendrás para que te lo quite y te limpies, luego te lo volveré a poner y cuando yo quiera haré el amor contigo, y mientras le estaba hablando se lo colocó, le enseño la llave y se la colgó con una cadenita al cuello. Le dio un beso en la boca, lo dejó en la cama y se marchó, pero le dejó un regalo, su tanga, se lo tiró encima de la nariz para más morbo.





Marta mientras le tira del pelo le mira a los ojos y le pasa la mano por los muslos poco a poco hasta que acaba en el sexo de María y comprueba que está toda mojada, le dice que le siga y la lleva a los aseos, se meten dentro las dos y desnuda a María, empieza a acariciarla, besarla y a excitarla lo más posible pasando las manos y por sus nalgas y muslos mientras la lengua se divertía con sus pezones que poco a poco se fueron poniendo duros, cuando la tuvo lo suficiente caliente como para que le viniera el orgasmo se paró en seco y le dejó de esta guisa, María intentó masturbarse, pero Marta le paró y le dijo que de esto nada, que ahora iría a su casa y allí continuarían. María se quejó pero se ganó un buen bofetón de Marta, Esta le puso su falda que no tapaba casi nada y se puso sus pantalones y se quedo sus bragas y el sujetador, cuando María se puso la blusa Marta no le dejó abrocha la mitad de los botones dejando casi al descubierto los pechos, antes de salir del baño le cogió de los pezones y se los retorció, pasó su mano por su sexo, se la mojó y se la pasó por los labios de María y el resto se lo repartió por la cara y nariz.

Marta agarró a María de la mano y se la llevó a su casa, a mitad de camino le ordenó que se quitara los zapatos y los llevara en la mano amenazándola en quitarle la falda que sólo era un tirón y dejarla desnuda, se quitó los zapatos y siguieron andando, pero se desviaron, aposta, por un parque lleno de gravilla y ésta se clavaba en los pies descalzos de María, marta aceleraba el paso para que pisara más fuerte y le izo dar un par de vueltas, luego siguieron su camino hasta casa.

Subieron en ascensor, le dio un beso en la boca y de un tirón le quitó la falda dejando a María casi desnuda, pues sólo le quedaba la blusa medio desabrochada. Se paró el ascensor y salieron, María miraba por todos lados por si alguien le miraba, pero tuvo suerte, no se encontró a nadie. Entraron en casa y marta le arrancó la blusa de un tirón, la tiró al cubo de basura junto con sus bragas y sostén.

María a cada momento se excitaba más, esto de sentirse de esta forma y humillada por una niña de 30 años no se lo había imaginado nunca, si acaso al revés, ella dominando a la niña, no tan niña, pero comparado con ella si lo era.

Marta le cogió de las manos y de un cajón sacó unas esposas y se las puso, María sintió escalofríos al sentir el metal que le sujetaba las manos, pero al mismo tiempo se iba excitando más y más, su capacidad de reacción había sido anulada y estaba a merced de Marta.

Con la manos atadas a la espalda y con total control Marta empieza a jugar con el vello de su pubis y a tirar de el, le arranca unos pelos y María se queja, le da un manotazo en la cara, se saca las bragas y se las pone en la boca, se va al cubo de la ropa sucia y saca de el un par de bragas más y también se la introduce dentro la boca, busca un poco de cinta americana y le sella la boca para que no haga ruido y ya que tiene la cinta en la mano se le ocurre coger el palo de la fregona y separarle los piernas hasta que le duelan y atarla la barra con la cinta en los tobillos manteniendo la posición de piernas separadas todo el tiempo. Ahora sí que la tenía a su merced y iba a jugar con ella hasta que se cansara.

Siguió arrancando pelos de su pubis uno a uno y con una sádica delicadeza hasta que cuando ya empezaron a llorarlo los ojos a María se paró diciéndole que o se depilaba y iba depilada de las cejas hasta los pies o cada pelo que le encontrara se lo arrancaría a lo bestia y encima le daría unos buenos azotes, cosa que ahora haría para que comprobara como sientan unos azotes en las nalgas y muslos.

La tiró sobre el respaldo del sofá con las nalgas hacia arriba y la cabeza encima del sofá, la dejó un rato así y se fue a buscar algo para azotarle, encontró una caña de bambú que usaba para aguantar las plantas y le pareció que sería estupenda para poner la piel rosada a María, antes de empezar, jugo un poco con la caña introduciéndola por el ano y la vagina y dándole ligeros toquen en los labios vaginales de vez en cuando y siguiendo la amenaza por la parte interior de los muslos.

El corazón de maría latía a más de 140 pulsaciones por minutos y los jugos vaginales se le estaban escapando por lo muslos lo que Marta aprovechó para cogerlos con la mano y frotárselos por la cara. Acto seguido se detuvo jugando con las glúteos dando pequeños golpecitos y de pronto sonó uno muy fuerte que quedó todo marcado y bien rojo, acto seguido otro con la misma fuerza y otro más, así hasta cien, luego continuó con sus labios vaginales dándole ligeros y secos golpes, cuando acabó la arrodilló en el suelo, le sacó la cinta y las bragas de la boca y se orinó dentro de ella obligándole a que se lo tragara todo.

Le mira la cara y le besó en la misma boca con restos de su propia orina. Le preguntó si seguiría haciendo todo lo que ella dijera y con lo excitada que estaba maría le dijo que sí. Entonces marta le quitó todas las ataduras y le dio una falda muy corta y una mini blusa para que se la pusiera y se fuera a casa y que mañana la quería ver en casa a las 7 de la tarde con esta misma ropa y sin ropa interior, totalmente depilada.

Dejó que se marchara hasta el día siguiente....








Fin de semana VII






Paco se pasó todo el la noche y el día pensando con Susana y como iban las cosas, cada vez que se ponía la mano sobre su pene se encontraba con un obstáculo y esto le excitaba aún más si cabe y cada vez que se excitaba veía las estrellas por la presión que sentía, su corazón estuvo todo el día latiendo a mil y no se despegaba del teléfono, iban pasando las horas y Susana no llamaba, tampoco se atrevía a ir al trabajo, por lo que llamó diciendo que no se encontraba bien.

Llegó la noche y al ver que no le llamaba se fue a acostar y rabioso para masturbarse. Cuando llevaba un rato sonó el teléfono, eran casi las doce de la noche, descolgó y oye la voz de Susana que le dice, seguro que ya estás en la cama, pero ahora te levantas y vienes a verme, sin calzoncillos y con cuidado a no mancharte los pantalones, tienes veinte minutos para llegar y si no llegas a tiempo despídete de mi y de la llave de tu pene.

Saltó de la cama enseguida, se puso los pantalones y la camisa y salió corriendo hacia la casa de Susana, llegó a la hora justa pero sudando a mares, toda la ropa estaba empapada de sudor y casi le faltaba el aliento. Llamó al timbre y oye una vos que le dice, la puerta está abierta, entró y acto seguido le dice Susana, a partir de ahora nada más entrar dejas toda la ropa sobre esta silla, te arrodillas con la cabeza gacha y esperas que te de las órdenes pertinentes.

Paco se desnudó y colocó la ropa sobre la silla, su corazón estaba a punto de sufrir una taquicardia por la tensión a que lo tenía sometido, se arrodilló y agachó la cabeza. Esperó un buen rato hasta que Susana apareció, le puso un pene hinchable en la boca y empezó a hincharlo hasta que la boca parecía estallar. También le colocó un collar de perro alrededor del cuello con una cadena, lo arrastró literalmente por el suelo ya que no daba a basto a caminar de rodillas y lo llevó a un salón donde tenía un potro colocado, le ató las manos y la cadena del cuello al potro, luego los pies quedando con el trasero al aire y a punto de ser penetrado. Lo dejó un rato en esta pose y se fue a buscar algo, volvió con un mini cubo que colgó de su pene para que no se cayera nada de sus fluidos, acto seguido se colocó un arnés con un buen pene y le fue dando por el ano por más de una hora, Paco se corrió varias veces, pero todo cayó dentro del cubito.

Susana al ver todo lo que había en el cubito, lo cogió y lo puso dentro un preservativo, al cual le hizo un nudo y lo puso en la nevera, luego se dirigió a Paco muy enfadada porque se había corrido sin tener permiso, empezó a amenazarlo con más de doscientos azotes y empezó a darle algunos con el cinturón suyo, primero por la parte sin hebilla, luego con la hebilla, cuando llevaba unos 25 le propuso un trato, se paraba de darle los azotes pero al cuando ella dijera le iba a llevar a depilar todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies, el asintió con la cabeza. Lo desató del potro y le puso unas esposas en las muñecas y en la espalda, lo llevó al baño, le quitó el cinturón de castidad, e limpió y se lo volvió a colocar, pero esta vez también le colocó una anilla con otro candado que le sujetaba los testículos, dicha anilla tenía otra anilla colgando a la que añadió una pequeña cadenita y para comprobar que funcionaba le pegó un buen tirón a la cadena lo que hizo que pegara un chillido de dolor y se doblara sobre si mismo, le ordenó vestirse y que se fuera, y que ya lo llamaría.





María llegó puntual a su cita con Marta con la misma falda y misma blusa, esto sí, por el camino hubo que soportar los insultos de algunas mujeres que le llamaron puta vieja y otros insultos peores, se sentía ridícula con esta ropa a su edad y en algún momento se puso hasta colorada, pero esto no hacía más que excitarla. Nada más entrar le ordenó que se quitara toda la ropa para ver si se había depilado bien, le pasó las manos por todo el cuerpo y le encontró algunos cerca del ano, cosa que izo enfadar mucho Marta que le dio un par de bofetones en ambas mejillas, llamándola puta barata, no sabes ni tan siquiera depilarte, voy a tener que hacerlo yo, le cogió las manos y le puso las esposas en la espalda, le cogió de los pezones y la izo entrar en una habitación, pero en la habitación había alguien, era Mercedes, que en principio era quien tenía que conquistar a María, pero Marta se le adelantó y Sofía se enfadó mucho con Mercedes y le dijo que quería tener a María en menos de una semana, depilada, sumisa y humillada, quitándole toda personalidad. Y si no lo conseguía ella también sería castigada y humillada como María, mejor dicho, sería María quien la humillara y vejara y los castigos de María serían para ella también, aparte de los suyos. María cuando vio a Mercerdes, se asustó, pero ésta le cogió del pelo y le besó la boca hasta casi ahogarle mientras le excitaba su sexo hasta que estuvo a punto de tener un orgasmo, pero en este momento se paró y preparó todo para depilarla con cera desde las cejas hasta los pies pero a lo bestia y con la cera muy caliente, incluso su sexo, así estaría más sensible y así lo hizo dejando toda la piel rosada y sensible, le ataron las manos y los pies a la cama con las piernas abiertas y le pusieron unas pinzas en cada pezón y en los labios vaginales, enchufando dichas pinzas a un generador de corriente y empezaron poco a poco dándole voltaje y haciendo que se retorciera durante bastante tiempo.

Luego, sin dejar que se duchara, la vistieron como una puta mostrando las nalgas y una camiseta a la que le cortaron dos círculos para que le salieran los pezones, y unos zapatos de tacón de unos 20 cm que casi le impedían andar, le ataron las manos a la espalda y le colocaron una chaqueta corta encima para que dejara ver su trasero a los viandantes, también un collar y la correa por dentro la chaqueta, pero que le colgaba por delante la falda, estaba que se moría de vergüenza y de miedo, pues tampoco sabía donde la llevaban, tardaron casi dos horas caminando y dando vueltas hasta la casa de Rocío, donde el primero en recibirlas fue un gran labrador que metió su hocico un buen rato dentro de su concha lamiendo y lamiendo, se estaba excitando, pero lo apartaron y la hicieron entrar en una especie de garaje subterráneo, el perro detrás todo el tiempo, en el garaje había toda clase de instrumentos de tortura, miraras donde miraras había instrumentos, cada cual más raro para María. Al llegar al fondo del garaje, la detuvieron, le quitaron la chaqueta y las esposas y la ataron del techo, la terminaron de desnudar y empezaron a manosearla tanto Marta como mercedes, incluso le pasaban la cadena del cuello pasándola por se sexo, incluso le se la introdujeron dentro y la dejaron ahí hasta que Rocío bajó y les ordenó que se apartaran, se acercó a María y esta le reconoció, la miró a la cara y le dijo, te acuerdas cuando tu y tus amigas me desnudabais en el colegio y me quitabais la ropa?? Te acuerdas cuando disfrutabas de humillarme ante todas?? Pues ahora me toca a mi, pero también te voy a hacer sufrir porque ahora quiero hacer que toda tu piel esté completamente colorada y tan sensible que no puedas tocarte, y esas tetas que tiene medio caídas lo van a pasar muy mal, piensa que desde ahora me perteneces y voy a hacer contigo todo lo que quiera.

Marta, saca el látigo y dáselo a Mercedes que le de 200 latigazos, y si no se los da con la suficiente fuerza, la atas a ella y le das trecientos y terminas de dar los doscientos a María, con esto tienes trabajo para toda la noche.

La piel de maría ya empezaba a estar más que roja, los latigazos hacían que empezara a desmayarse y Mercedes empezó a bajar la fuerza con que le estaba azotando, Marta la coge y la ata también del techo, le arranca la ropa y empieza a azotarla, sobretodo en las tetas, le encanta azotarla ahí, es una pasión que tiene, pero también afina el látigo para azotarle en su sexo, lo que hace que Marta tenga casi un orgasmo de placer de ver como se retuerce y levanta las piernas hacia arriba y las vuelve a bajar, así una y otra vez.

Al cabo de un buen rato ya no quedaban fuerza a ninguna de ellas, no las que recibían ni la que daba.

En estos momentos Sofía les dice a las tres que hagan el amor entre ellas, pero sólo usando la boca y la lengua y hasta que ella diga basta.

Se pasan así hasta que amanece y las ata alas tres con las manos en la espalda y con unas pinzas en los pezones los de una con los de la otra y les dice que descansen que más tarde será más duro.

Son las seis de la mañana y suena el teléfono de Paco, era Susana que le dice que vaya enseguida y sin calzoncillos. Paco sale corriendo y se va a casa de Susana, entra y se desnuda como le había dicho, y se arrodilla con la cabeza gacha, llega Susana con ropa de mujer, unos pantis una falda corta, una blusa y zapatos de tacón, esto si, grandes y el tacón muy alto. Hace que se vista, le pinta los labios y las cejas, le pone una peluca rubia y larga, le coge de la cadenita que lleva en los testículos, le pega un buen tirón, casi se cae al suelo de dolor y por la falta de estabilidad al andar con estos zapatos, se lo lleva por toda la ciudad hasta llegar a casa de Rocío y también se meten en el garaje, pero nada más entrar le dice que se pare y que espere hasta que venga a buscarle, por si acaso le ata las monos a la espalda, pe agacha la cabeza y le ata la cadenita de los testículos al cuello, de este modo estará con la cabeza gacha e incómodo para andar.










Susana se va a ver a Rocío y esta le dice que coja a María y la ate al caballete en un cuarto contiguo al garaje, pero que hay un espejo que se ve todo lo que allí dentro pasa, así cuando vea todo lo que le hacemos a Paco se excitará, ya que no lo soporta no se habla con el, sólo conviven en la misma casa, pero a ninguno de los dos le importa un bledo el otro, así lo hace y deja a Marta y mercedes en el garaje. Va a buscar a Paco y lo atan con los brazos y las piernas en cruz, le desabrochan la poca ropa que lleva y observan el cuerpo peludo que tiene y lo que van a disfrutar de depilarlo de la cabeza a los pies, incluso piensan vengarse con su peludo pena y testículos.

Le quitan el cinturón de castidad y la anilla de los testículos y empiezan a ponerle tiras cera muy caliente por todo el cuerpo esperando que se enfríe y coja consistencia y como en el garaje se puede chillar lo que se quiera que no lo escuchan fuera no le tapan la boca con nada, lo dejan que chille y se desgañite, al poco de empezar ya estaba afónico y las lágrimas parecían cataratas, rocío que estaba lejos y Paco no la veía estaba disfrutando de lo lindo de ver a su antiguo amorcito que le puso los cuernos por María, ahora era su momento y los tenía a los dos y, además, serían sus esclavos.

Al cabo de varias horas depilándolo decidieron hacerlo descansar, colocaron una barra muy fina sobre dos caballetes e hicieron descansar todo el peso de su cuerpo entre las piernas y sobre la barra, los pies no tocaban el suelo y la parte de entre las piernas estaban muy sensibles por la depilación a lo bestia. Lo dejaron ahí llorando todavía de dolor y por el dolor que le producía la barra justo donde descansan los testículos, al cabo de unos minutos ya era insoportable.

Fueron a ver a María y comprobaron que había tenido varios orgasmos solo de ver como depilaban a su marido, entonces empezaron a azotarle las nalgas hasta que las tuvo completamente coloradas, casi a punto de sangrar, la cogieron del pelo y la estiraron hacia atrás y empezaron a azotarle todo el vientre y las tetas hasta estar igual que su trasero, la dejaron llorando y sola, pero le taparon los ojos para que no viera nada más.

Volvieron a Paco, al cual lo colgaron con la cabeza hacia abajo y las piernas abiertas hacia arriba, esta vez Rocío quería vengarse del sexo de Paco y con una caña muy fina empezó a darle golpecitos al pena y a los testículos, cada vez más fuertes, luego entre las piernas, los muslos y volviendo a los testículos y pena, al cabo de un rato largo, interminable para Paco les ordena a Marta y Susana que lo bajen y lo cuelguen con la cabeza hacia arriba y que se diviertan con él durante todo el día. Susana que ya le tenía ganas al viejo lo azotó sin compasión por todo el cuerpo y también en su sexo, incluso algunas patadas en los testículos, cosa que tenía ganas desde el primer día, marta disfrutaba de lo lindo de ver como se azotaba y torturaba a Paco, se pasaron m´´as de cuatro horas jugando con él, ahora le tocaba el turno a Mercedes, la más jovencita, pero con muy mala leche cuando le dejaban jugar. Lo primero que hizo fue colocarle el cinturón de castidad y luego fue a buscar a María, y la colgaron otra vez pero esta vez delante de Paco, Mercedes cogió unas pinzas con unos elásticos y junto lengua con lengua, pezones con pezones y y pene con labios vaginales de tal forma que cada vez que uno se movía, tanto la lengua del otro, los pezones y su sexo se estiraban.

Los dejó así, pero llamó al perro y lo dejó allí con ellos, el perro pronto empezó a lamer el sexo de uno y el otro e intentaba levantarse para poder penetrar por donde fuese, pero sus pies se enganchaban con las gomas que sujetaban tanto los pezones como ambos sexos y este juego se hacía cada vez más insoportable, sobre todo cuando entro por el ano a Paco que estaba desesperado y no se lo podía quitar de encima, María, con todo el dolor de las pinzas, cuando se enteró de que el perro estaba sodomizando a Paco se le escapó una gran carcajada de burla hacia a Paco, cosa que este se puso muy colorado, lleno de vergüenza y más cuando tuvo una buen erección mientras le estaban sodomizando, Rocío, Marta, Susana y Mercedes estaban observando y disfrutando del lindo viendo la escena, es como la había imaginado Roció al planear todo esto. Viendo lo bien que lo pasaban decidieron hacer entrar un dóberman que lo tenían viciado con el sexo a mujeres, es decir con ellas y lo pusieron en el garaje para que se se enganchara con María y no tardó mucho en cogerla, la escena era súper excitante, el sodomizado por un gran danés y ella con un dóberman, lo estaban grabando todo, esto serviría para chantajearlos si fuera necesario y para divertirse de una forma u otra.

Cuando los perros acabaron, los bajaron y los dejaron descansar, pero sin soltar las pinzas y los dejaron con los perros por si querían volver a tener sexo con ellos, cosa que no tardaron en hacer ya que cogieron tanto a Paco como a María por el cuello con la boca y los tenían acojonados, se dejaron hacer, no sin sufrir lo suyo cada unos, pues tirados en el suelo, con las manos atadas y con las pinzas puestas no era demasiado cómodo.










Mientras tanto Rocío estaba preparando la parte humillante de feminizar a Paco y hacer de María su esclava.

A la mañana siguiente fueron a buscarlos al garaje y los llevaron delante de Rocío, por separado, Primero fue Paco, Rocío le dijo, a partir de ahora vas a ser mi cocinera, no no me he equivocado, serás mi cocinero, mi puta y mi lo que yo quiera, le enseño las imágenes que había grabado en el garaje, y las del piso de Susana, si no aceptas esto será publicado por todos los sitios posibles y no podrás ir por la calle sin que la gente te mire, te vestirás con ropa de mujer, pero la que yo te de cada día y con la misma saldrás a comprar todo lo necesario para cocinar, si te digo que me beses los pies me los besas, si te digo que me lamas las suelas de los zapatos me los lames, da igual lo que haya en ellas, si te digo desnúdate te desnudas, da igual quien haya delante, no me puedes negar nada, tampoco puedes comer si yo no te digo que comas y comerás lo que yo te diga, beberás todo lo que yo te diga y cuando te lo diga, sino no beberás, si me voy al baño, vendrás conmigo y me servirás de papel higiénico o de lo que me de la gana.

Del trabajo no te preocupes yo ya te he despedido, y aquí tengo la liquidación, la guardo yo para lo que sea menester.

Aceptas??

Si mi ama, soy toda suya.

Llama a Susana y le da órdenes para que le vista, le enseña a maquillarse y pintarse y que le enseñe a andar con los tacones, que a partir de ahora siempre llevará los zapatos de tacón, hasta para ducharse, para ello los había hechos de acero con una suela forrada de caucho para no hacer tanto ruido, y con candado.

Susana se lo lleva y le dice, piensa que no puedes orinar ni defecar sin que te lo ordenen, el castigo puede ser muy grave.

Susana se pasó toda la noche dando clases a Paco, sin dormir, y vestido como una puta con cofia le hizo preparar el desayuno para Rocío, Marta, Mercedes y ella. Pero para servirlo le ató una bandeja a la cintura y por el otro lado por los pezones y las manos atadas a la espalda, cada vez que se ponía o quitaba algo de la bandeja le daba un buen tirón en los pezones.

Estando de pie y con el ridículo vestido se fueron a buscar a María, la cual al ver a Paco se puso a reír y no podía pararse.

Dos guantazos de mercedes hicieron que se callara, le ordenaron que se arrodillase delante de Rocío y le besara los pies, María se resentía, hasta que una patada en su sexo le hizo bajar la cabeza y besar los pies de Rocío. Marta ya había venido con unas tijeras y le cortó todo el pelo de la cabeza y luego se la afeitó, le pusieron un espejo delante para que se viera poniéndose a llorar de vergüenza cuando se vio. Rocío le explicó lo mismo que a Paco y que ella se encargaría de la limpieza de toda la casa, no quería aceptar pero Rocío le amenazó con seducir a sus hijas y llevarlas con ellas. Aceptó sin rechistar más, la vistieron con zapatos de tacón, los que había traído al venir, pero les pasaron una cadena con un candado, pero antes le azotaron los pies para que le fuera más doloroso.
Fue a coger una escoba para barrer y no le dejaron, bayeta y de rodillas y para fregar lo mismo, nada de fregona y para que estés más bella te pondremos un plumero en el ano para que no te olvides que aquí eres la fregona y si no lo haces bien lo vas a fregar con la lengua y no pienses en comer, sólo comerás cuando yo quiera y beberás cuando yo quiera lo que yo quiera.
Paco, llamó Rocío, quiero que te orines en la boca de María y si te cae algo no te preocupes, ella lo lamerá con la lengua, Paco se acerca a María, con las manos atadas e intenta atinar la boca de María, cosa casi imposible con un pena que mira hacia abajo y no puede dirigirlo. Le orina todo encima y sin casi acertar, pero manchando toda la ropa de ella.

Rocío le ordena a Marta que le ponga un cinturón de castidad a María, no sea cosa que se masturbe.

Así se pasaron varios meses hasta que Rocío tuvo preparada la gran humillación de Paco, le hizo preparar una cena para unas 20 personas, el no había comido casi nada desde que entró en la casa, había perdido más de 20 Kg y se mantenía con fuerza porque con la orina de ellas le ponían vitaminas y minerales, sin el saberlo. Esta noche, después de servir la cena a los 20 comensales, 16 de ellos hombres Rocío les dijo que cogieran a Paco y que era todo suyo toda la noche y como llevaba muchos días sin comer que su semen sería una buena cena y si no quiere participar lo torturáis hasta que participe, cuando acabéis con el tiene que haberse convertido en una auténtica puta para cualquiera, que sepa chupar, lamer y joder con el ano, toda la noche estuvo Paco con los dieciséis hombres humillado, vejado, meado, aprendiendo a chupar y a ser un experto en felaciones, su ano ya no daba a más y los golpes que había recibido no le dejaban ponerse en pie, por la mañana estaba tirado en el suelo, todo lleno de semen, lo había follado toda la noche y como regalo se habían corrido encima de toda su cara y ropa. Cuando Rocío lo vio le hizo limpiar todo el suelo con la lengua azotándolo todo el tiempo hasta que acabo con toda la limpieza, pero con todo el semen encima, llamó a María y le hizo limpiar todo el cuerpo de Paco con la lengua y toda la ropa hasta que no quedara nada.

De esta forma Paco se convirtió en la cocinera y María en la fregona de Rocío y junto con marta, Susana y Mercedes hicieron su forma de vida.

Fin

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