Frío Calor


Frío calor

Sentada en medio de la habitación, desnuda, con los ojos vendados y las manos atadas a mi collar, a la espera de que mi amo quiera jugar conmigo, pues me ha ordenado que ahí le espere, sin moverme, tenga frío o calor.

Cosa un tanto difícil pues en un memento siento el un calor abrazador de la gran excitación que llevo y al poco un frío que recorre todo mi cuerpo solo de pensar lo que me puede esperar cuando mi amo entre en la estancia. Unas veces sudando y otras tiritando, el sudor de la calor anterior hace que la tiritancia sea mayor al enfriarse toda mi piel en demasía, pero no puedo moverme de mi asiento sin una orden del él.

No se cuento tiempo de espera llevo, todos los músculos ya empiezan a pasarme la factura de tenerlos inmóviles, no quiero moverme, pues mi Amo todavía no me lo ha ordenado, sigo en la espera...

Al cabo de un rato largo escucho la maneta de la puerta que va girando e intenta abrir la puesta, cosa que por el sonido posterior consigue, sin mediar palabra alguna alguien entra, por el olor reconozco que es él, mi amo..

Cerca de mi noto algo caliente, si bien no está muy cerca. No se lo que es, pero me intriga, una especie de sonido metálico sonaba cuando mi Amo entró.

Se a cerca a mi, me besa en la frente, bajando por la nariz y terminando con un morreo en los labios, mi cuerpo se llene de escalofríos de la sensación de ternura que siento en estos momentos , la excitación que me produce el sentir sus labios con los míos, estremeciendo mis más bajas sexuales pasiones.

Todo sin mediar palabra, se aleja un momento, un ruido metálico chocando contra otras cosas también metálicas hace que mi mente intente analizar al máximo todo lo que sucede a mi alrededor, intento distinguir el que está produciendo este ruido, pero pronto algo casi abrazando se posa en mis pezones, haciéndome pegar un salto por la sorpresa, alto que lanzó lejos d e mi esa cosa caliente que había aterrizado sobre esos sensibles pezones.

Su mano me agarró por la barbilla sujetándome y susurrándome “tranquila”, me tranquilizó, solo un momento, pues casi sin darme tiempo a meditar lo que había pasado el mismo u otro objeto caliente aterrizó sobre los labios de mi sexo, esta vez si me estuve quieta, no lo esperaba ahí, pero ya sabía de que iba el juego, juego que durante un buen rato se estuvo produciendo recorriendo todas las sensibles partes de mi piel.

Sin saber como el juego siguió con algo muy fresco, helado que dejaba una humedad en la piel en su recorrido, hielo supongo que era, hielo que recorría cada centímetro de mi piel por donde antes el calor me había casi abrasado, frío que conseguía que poco a poco me estuviera congelando, congelando por el frío en si del hielo, frío por la humedad que este mismo proporcionaba en todo mi piel y asiento, tiritando de nuevo y ahora con más fuerza estaba, inmóvil sobre el taburete esperando algo de calor, algo que me diera un poco de vida, pues casi parecía que muerta estaba, sí, muerta de frío.

Unos calientes dedos poco a poco todo mi cuerpo iban recorriendo, sin quitarme el frío, notaba ese pequeño calentor, esas pequeñas joyas que mi amo siempre tiene a mano y que tanto adoro cuando sobre mi piel posa, me estaba estremeciendo y excitando de nuevo, tenía ganas de que me hiciera suya, sí, más suya todavía, ganas de que me violara, me besara, de mi abusara, todo lo que se le ocurriera, lo mismo me daba, pero que algo conmigo hiciera para calentarme del todo...


No se porqué me estaba temiendo que esto no iba a acabar como pensaba, de pronto siento un frío enorme en mi sexo, pero ese frío no se paraba en la entrada, en esos labios que tanto me gusta que con ellos se juegue, no, iba entrando más adentro, pero no sólo uno, sino uno tras otro, cuantos no lo sé, la cuenta no llevo, sólo sé que quemándome lo tengo por dentro y el agua me está saliendo como de si una fuente se tratara, sigo tiritando mientras esa agua que desde dentro me sale mojando todo está.

Mi amo me ordena que me levante del taburete y me ponga boca a bajo, dejando de ese modo todo mi trasero a su disposición.

Me temo que en esta postura por algún que otro lado los cubitos van a entrar, temor que mucho tiempo no me da para pensar, pues un cubito tras otro por el ano empezaron a recorrer su ascensión hacia los adentros, ascensión acompañada del descenso incontrolado de líquidos, cubitos por el calor disueltos...

Un gran charco por el suelo ya debía haber, verlo no podía, pero mis desnudos pies el charco bien notaban y mi tiritar no paraba....

Mojada, sucia, tiritando, los pies y las rodillas dentro del charco y mi amo allí son calentarme, si bien de vez en cuando algún beso en alguna parte de mi piel me daba.

De pronto volví a escuchar ese sonido metálico que al empezar había escuchado, poco tiempo par a pensar, un metal caliente sobre mi espalda me recorría, cosa que aún quemándome se agradecía, pues mi tiritera ya empezaba a hacer sonar el choque entre mis dientes, ese metal caliente recorriendo mi espalda de arriba abajo, despacito, pero sin pausa, a la vida poco a poco me devolvía, ese calorcito que tanto mi cuerpo necesitaba, calorcito que aumentó al caer el agua caliente, agua que supongo era el que caliente mantenía ese metal que antes me calentaba...

Un gran charco seguro que en el suelo fomándose de estaba, pues ordénome que me levantara y que hacia la cama andara, chapoteando todo el camino estaba.

Me ordenó tumbarme boca arriba con las piernas bien abiertas, piernas que a la cama ató, las manos no importó pues en el collar medio agarrotadas seguían atadas.

El perfume de las velas inundó la habitación, ese olor a cera que tanto me gusta y romanticismo me da a veces, en este momento ya no sabía a que me iba a recordar, pues unos pinchazos muy finos en un seno estaba notando, pinchazos que ardiendo me estaban dando, no se con qué ni como, pero lo que si se es que cada pinchazo parte de pinchar quemaba, uno tras otro, sin prisa y sin pausa recorriendo buena parte de mi seno derecho, no sabía ni con que ni qué me estaba haciendo, era algo nuevo para mí, esos pinchazos no eran normales, además, olían algo a chamusquina, a piel quemada, pero era raro, si no taba los pinchazos y que quemaban, pero no una gran quemazón, una sensación un tanto extraña para mi.

Poco a poso esos pinchazos abandonaron mi seno, se iban dirigiendo hacia mi sexo pasando por todo el vientre como dibujando una raya, un buen rato de esta guisa estuvo, el frío ya se me había quitado, demasiado excitada en este momento como para pensar en frío o cualquier cosa que pudiera estropearme estos instantes de placer dolorido o ese dolor placentero por quien te lo hace.

No se el tiempo que en ello estuvo, pero si recuerdo ese abrazo con que al acabar atada en la cama me dio, un abrazo profundo, fuerte, todo mi cuerpo se estremeció de placer sabiendo que quien me tenía era mi Amo, toda para él, me quitó la venda, me miró a los ojos profundamente y empezó a besármelos poquito a poco, besos que fueron bajando y recorriendo todo mi cuerpo atado, beso que a cada cual más me excitaban, besos que.....

No hay comentarios:

Publicar un comentario